jueves, 10 de diciembre de 2009

El apartheid oculto en la India

El apartheid oculto en la India

Dr. Gopal Guru, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Pune y miembro del Centro de Estudio de las Sociedades en Desarrollo, Nueva Delhi, con Shiraz Sidhva, periodista del Correo de la UNESCO.

En la India, el antiguo sistema de castas sume a millones de personas en una pobreza degradante, en perjuicio de sus derechos más elementales. Cambiar la situación llevará tiempo.

Durante siglos los intocables de Paliyad, una aldea del distrito de Ahmedabad, al oeste de la India, han sabido guardar las distancias. Muchos de ellos son basureros, asean los retretes de las castas superiores o trabajan en el campo, a veces por menos de un puñado de arroz al día.
“Sabemos que tenemos que mantenernos alejados de ellos (personas de casta superior) desde que nacimos”, afirma Rajesh, que va a cumplir 19 años. “En los negocios de té, nos dan tazas diferentes, sucias y estropeadas, y estamos obligados a lavarlas. Hemos de caminar 15 minutos para llevar agua a casa porque no podemos abastecernos en los grifos de la aldea, que utilizan las castas superiores. No nos admiten en los templos y, cuando íbamos a la escuela, mis amigos y yo debíamos sentarnos fuera del aula. Los niños de casta superior ni siquiera nos permitían tocar el balón con que jugaban, por lo que nosotros lo hacíamos con piedras.”

Veinte siglos de discriminación
Más de 160 millones de individuos, la sexta parte de la población de la India, siguen soportando el peso de un sistema de castas existente desde hace 2.000 años y promulgado por la teología hindú, que encierra a las personas en un rol inmutable determinado por su nacimiento. Aunque el término “intocables” fue abolido en 1950 por la Constitución de la India, los dalits (o personas oprimidas, como se les llama actualmente) siguen estando discriminados. Se les niega el acceso a la propiedad de la tierra, trabajan en condiciones degradantes y son atacados sistemáticamente por la policía y los grupos de defensa de las castas superiores, que disfrutan de la protección del Estado.
Aunque la India ha procurado superar las desigualdades adoptando medidas de discriminación positiva —como la fijación de cuotas en la educación, en la administración y en las instancias políticas—, lo cierto es que esos paliativos sólo benefician a unos pocos. La más alta magistratura del país, la de Presidente, meramente decorativa, es desempeñada en la actualidad por un dalit, K.R. Narayanan. Pero los horrores del apartheid oculto de la India persisten y todos los intentos de desafiar este rígido orden social se traducen en actos de violencia o represalias económicas.
El sistema de castas de la India, quizás la jerarquía social más antigua del mundo, entraña una compleja ordenación de los grupos sociales basada en la pureza ritual. Atribuido al legislador Manu, el sistema fue esbozado hace más de 2.000 años en el Dhrama Shastra, piedra angular de la religión hindú.
Según Manu, cada individuo ha nacido en una de las principales varnas, o grandes categorías, y ha de permanecer dentro de ella hasta la muerte, aunque la posición de cada casta puede variar según las diversas regiones del país y con el tiempo. En orden de precedencia, los brahmanes son los sacerdotes y maestros; los kshatriyas, los nobles y guerreros; los vaishyas, los mercaderes y negociantes; y los shudras, los campesinos, obreros y artesanos. Los intocables pertenecen a una quinta categoría al margen del sistema de varnas, porque las labores que se les encomendaban eran demasiado impuras ritualmente como para incluirlos en esa escala.
Es evidente que la discriminación basada en la casta fue una construcción ideológica elaborada por las categorías superiores para crear y mantener su monopolio sobre el capital cultural (conocimiento y educación), el capital social (situación y dominación patriarcal), el político (poder) y el material (riqueza).

Mecanismo de explotación
A menudo, los códigos fueron perniciosos y se violaron las reglas para favorecer a las castas superiores. Por ejemplo, en el norte de la India se obligaba a los intocables a anunciar su llegada con tambores y se estimaba que incluso su sombra ensuciaba. En el Sur, algunos brahmanes decretaron que las castas inferiores debían permanecer a una distancia de 22 metros de ellos a fin de no contaminarlos.
Pero esta discriminación basada en la casta tenía también una dimensión pragmática. Los intocables, sin acceso a la educación ni a los libros de los brahmanes, estaban autorizados a desarrollar sus propias aptitudes, por ejemplo en la agricultura o la obstetricia. Pero únicamente porque beneficiaba a las clases superiores.
La casta se utiliza a menudo como un mecanismo de explotación económica. Aún hoy, no se permite que los dalits crucen la línea invisible de contaminación que separa su parte de la aldea de la que ocupan las castas superiores. Sin embargo, una mujer dalit, cuya mera sombra es impura, puede dar masajes a una mujer de casta superior a la que sirve. A su vez, a los hombres de casta superior no les importa violar a las dalits o tener relaciones con prostitutas de categoría inferior, aunque tocarlas por casualidad en la calle constituya un sacrilegio.
Una de las razones principales de que persista el sistema de castas es que la noción jerárquica de bien social que perpetúa es legitimada por las propias categorías inferiores. Éstas reproducen dicha jerarquía cuando imitan los valores culturales de las castas superiores discriminando a las inferiores a la suya. Los sociólogos sostienen que hay más de 2.000 castas y subcastas que se dividen de acuerdo con criterios laborales, sectarios, regionales y lingüísticos. Incluso los dalits, pese a su condición de parias, se subdividen en otras castas. Esta proliferación favorece la discriminación tanto horizontal como vertical, haciendo que las relaciones sociales sean aún más rígidas.

Una opinión pública insensible
La triste situación de los dalits y el atropello sistemático de sus derechos no causan mayor inquietud en la opinión pública, por lo que el Estado no se siente apremiado a impulsar una transformación social profunda. En vista de ello, una coalición de grupos y activistas dalits ha movido cielo y tierra para que el caso figure en el orden del día de la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre el Racismo.
“Las castas constituyen el apartheid oculto de la India”, sostiene Martin Macwan, de 41 años, promotor de la Campaña Nacional sobre Derechos Humanos de los Dalits. Afirma que, al igual que el racismo, la discriminación de casta se basa en el principio de rebajar a otras personas.
Estas exigencias han desencadenado un debate nacional sobre la naturaleza de la discriminación basada en la casta y la posibilidad de que otros países intervengan en un tema que el gobierno indio considera un asunto interno.
El gobierno se ha opuesto a que se incluya el caso de las castas en el orden del día de la Conferencia, argumentando que sistema de castas y racismo no son sinónimos. “Raza y casta son nociones diferentes”, insiste Soli Sorabjee, Procurador General de la India y miembro de la Subcomisión de las Naciones Unidas de Prevención de la Discriminación.
La India, que ha impulsado una vigorosa campaña contra el apartheid, sostiene que ha hecho todo lo posible en aras de la igualdad de las castas inferiores. La quinta parte de los escaños del Parlamento está reservada a los miembros de las castas “registradas” (término oficial para designar a los dalits), y algunos estados son gobernados por partidos poderosos basados en alianzas con castas inferiores.
Sin embargo, las cuotas y la asignación de puestos de trabajo no han consolidado la igualdad, la dignidad ni tampoco la seguridad de las personas humilladas de la India. En las aldeas, el estigma social sigue siendo demasiado fuerte para borrarlo sólo con una ley.
Aproximadamente dos tercios de los dalits son analfabetos y alrededor de la mitad son campesinos sin tierra. Sólo 7% dispone de agua potable, electricidad y retretes. Y también son dalits la mayor parte de los 40 millones de trabajadores forzados existentes (que laboran como esclavos par pagar sus deudas), incluidos 15 millones de niños.
En 1998, grupos de defensa de los derechos humanos financiaron en ocho estados de la India una campaña de denuncia de los abusos que sufren los dalit. En el plano internacional, organizaciones como Human Rights Watch han empezado a interesarse por el problema. Aunque algunos dalits se rebelan y recurren a la lucha armada, estos intentos son sofocados invariablemente por las poderosas milicias privadas de las castas superiores.
Macwan está de acuerdo en que la inclusión de la discriminación de casta en la Conferencia de Durban será sólo una victoria simbólica que no modificará en nada la realidad. Para él, la única solución es cambiar la mentalidad de la gente.

Broken People: Caste Violence against India’s Untouchables, publicado en marzo de 1999 por Human Rights Watch, www.hrw.org

fuente: http://www.unesco.org/courier/2001_09/sp/doss22.htm

2 comentarios:

  1. excelente articulo se difundira entre los miembros de mi red de conciencia

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  2. Hola Alonso, un gusto que te hayas pasado por mi blog !!! si con respecto al tema del sistema de Castas en India es mas que interesante y profundo... Para la proxima dejanos tu blog o pagina asi le hacemos publicidad...
    Muchas Gracias por pasar !!!!

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