martes, 27 de septiembre de 2011

Las dos caras de Marrakech


RIADS LUJOSOS Y CIUDADES PAUPERIZADAS


Por Allan Vannier Popelard
Geógrafos.

Transformada en una “nueva Saint-Tropez” y vaciada de sus modestos habitantes, Marrakech ilustra crudamente las desigualdades que corroen la sociedad.

nos quince kilómetros al sur de Marrakech, Tameslouht se destaca en medio de un paisaje árido. Al igual que el resto de las aldeas y pueblos ubicados en la periferia de la capital del turismo marroquí, éste tuvo un crecimiento muy rápido en los últimos diez años; la población casi se ha triplicado. Por todas partes se ven casas nuevas o en construcción, del color gris de los bloques y del cemento fresco: “Antes, sólo había algunos molinos de aceite y talleres de tejido. Tameslouht no era más que una aldea de agricultores. Hoy, tenemos una farmacia, almacenes, carnicerías y cafés”, recuerda Ahmed, un capacitador agrícola.
Son muchos los que se han instalado aquí, atraídos por los empleos de Marrakech. Originarios de los campos del sur y de ciudades del norte como Fez o Meknes, trabajan en hotelería y construcción. El éxodo rural y el hecho de relegar a los más pobres urbanizaron el campo. “Ahora, Marrakech es como Europa –constata Marwan, empleado de una cafetería ubicada en la entrada de Tameslouht–. Los alquileres, la alimentación: todo se ha vuelto muy caro. Yo vivía en la Medina, pero vine a instalarme aquí porque ya no tenía con qué pagar mi alquiler. En Tameslouht el precio de las viviendas sigue siendo alrededor de un 30% más bajo que en el centro de la ciudad”. Esta ciudad dormitorio está comunicada con el centro de la capital regional mediante una línea de ómnibus explotada por una empresa española. Los niños que la toman todos los días para ir a los colegios y liceos, y sus padres para ir a trabajar, se van familiarizando así con el modo de vida periurbano.
Entre Marrakech y Tameslouht las obras se extienden a lo largo de unos diez kilómetros. Grúas y excavadoras preparan el espacio para el turismo. A lo largo de la ruta, a la entrada de un descampado, una vivienda modelo invita a los compradores potenciales a detenerse. Aquí y allá las líneas de luces esbozan el trazado de calles pavimentadas que pronto van a aparecer. Frondosos carteles indican el emplazamiento de futuros complejos residenciales.
El Domaine Royal Palm entregará sus primeras viviendas a fin de año. Organizada en torno a una cancha de golf, y con un hotel de lujo en la parte central, esta comunidad cerrada de 230 hectáreas, limitada por muros y rejas de tres metros de alto y colocada bajo la vigilancia de patrulleros y cámaras de vigilancia, “fue concebida alrededor de dos principios fundadores: la eco-conciencia y el refinamiento, erigidos en arte de vivir”, elogia el folleto. Para aquellos que no tengan los medios como para comprarse las casonas del Domaine Royal Palm quedan, más modestamente, las casas que figuran en los carteles publicitarios de los diarios marroquíes y en los letreros del subterráneo parisino. El reordenamiento de la periferia de Marrakech da nacimiento a una zona turística aledaña, una cintura residencial y recreativa reservada a los propietarios de casas y a los que pasan allí sus vacaciones. Ya se trate de visitantes europeos que pasan un tiempo en el centro de la ciudad o en enclaves cercanos o de trabajadores marroquíes obligados a la periurbanizacion, la industria del entretenimiento ha erigido la segregación en factor estructurante de la organización del espacio.
Las dinámicas de la segregación en Marrakech resultan tanto del aumento de la desigualdad en el país como de factores exógenos. Al pasar una temporada en los hoteles de lujo o en los palacios reales, o al veranear en sus casas, las estrellas del show-business, mediócratas, personalidades políticas y hombres de negocios han hecho de Marrakech uno de los lugares más importantes de la oligarquía francesa. En junio de 1997, Bernard-Henri Lévy y Arielle Dombasle les compraron a Alain Delon y Mireille Darc el Palacio de la Zahia. En octubre de 2001, a algunos metros de allí, entre el nuevo palacio real de Mohammed VI y el hotel de lujo La Mamounia, Anne Sinclair y Dominique Strauss-Khan adquirieron ellos también un lujoso riad (1). Estos dos ejemplos, lejos de ser anecdóticos, dan muestra del espíritu cooperativo y mimético que contribuye a reunir a los miembros de la alta sociedad en los mismos espacios urbanos.
Encantos orientalistas a tres horas de París
Durante las vacaciones de Navidad, la ciudad se convierte en el teatro de una verdadera migración mundana: “Brice Hortefeux y Hervé Morin están en el mismo hotel –relata l’Express de enero de 2011–. (…) En las cercanías, ex ministros (Thierry de Beaucé, Alain Carignon, Dominique Bussereau), representantes electos del partido Unión por un Movimiento Popular (UMP) (Olivier Dassault), socialistas (Jérôme Cahuzac y Jean-Christophe Cambadélis), centristas (François Sauvadet) y ecologistas (Jean-Vincent Placé). (…) Bernard-Henri Lévy, Pierre Bergé, Liliane Bettencourt y Albert Frère tienen allí una propiedad. En la ciudad, uno puede cruzarse con Jean Sarkozy, Yannick Noah, Alexandre Bompard, Jean-René Fourtou, Dominique Desseigne, Jean-Pierre Elkabbach, Guillaume Durand” (2).
En la “Ciudad Roja” –apelativo dado a Marrakech por sus paredes ocres– el “colectivismo práctico” (3) de la clase dominante adopta una coloración particular. El escritor y editor Jean-Paul Enthoven describe una de sus estadías en la vivienda de su amigo BHL: “Enseguida me sentí como en casa en ese palacio donde el sol se filtra a través de los pórticos y las cascadas con lianas. Estaba protegido por sus zelliges [mosaicos], sus persianas, sus puertas de madera siria, sus techos en cúpulas. (…) Los masajistas y cantantes sabían cómo relajarnos en todo momento. Libros, conciertos, cuernos de gacela, bebidas deliciosas aparecían en el mismo instante en que resultaba agradable gozar de ellos. Y en todas partes lámparas, candelabros, adornos bordados, cristalerías turcas y persas y guirnaldas provenientes de dinastías de gusto infalible agregaban a esa escena su magia inanimada” (4).
“Marrakech siempre fue un sueño para los europeos. Era África, el misterio, el Oriente”, comenta Elie Mouyal, arquitecto de las propiedades de Strauss-Kahn y del millonario belga Albert Frère en Marrakech. A apenas tres horas de avión de París, esta ciudad ofrece siempre ese encanto orientalista –el mundo sensorial y erótico de los pintores y novelistas de los siglos XIX y XX– que constituía el aspecto imaginario de la conquista militar. Paréntesis mítico, elipsis geográfica, este decorado de fantasía hace posible poner en escena el hedonismo distinguido de los miembros de la clase dominante. Sin ocupaciones, socialmente liberados de los rigores comunes del trabajo productivo, estos “tropeles cosmopolitas que trashuman en la ociosidad” (5) poseen todos los rasgos de la “clase ociosa” descripta por el sociólogo estadounidense Thorstein Veblen, para quien el “sentimiento de indignidad del trabajo productivo” y “la posibilidad pecuniaria de permitirse una vida de ocio” llevan hacia el “consumo improductivo del tiempo” (6).
El palmar, plantado durante la dinastía almorávide en los siglos XI y XII, apartado del centro histórico, tuvo un desarrollo espectacular. Este espacio aloja hoy las principescas residencias de las dinastías del Golfo, de los futbolistas Zinedine Zidane y David Beckham, e incluso de la modelo Naomi Campbell. A lo largo de las calles que lo atraviesan, se perciben lujosos palacios y majestuosas mansiones. Macizos y monumentales, estos castillos de arena pretenciosos, parecidos a los de los caíds (7) cubriendo la superficie agreste de las colinas circundantes, permiten a sus ocupantes poner en evidencia su pertenencia a la elite ociosa y remolona. Delante de sus pórticos enfáticos y sus murallas almenadas, corredores, golfistas y dromedarios completan ese paisaje de inspiración californiana.
La tradición aristocrática de Marrakech data de los primeros años del protectorado francés. La construcción de La Mamounia, en 1921, marcó el comienzo de la especialización de la ciudad en el turismo de lujo. Mientras las autoridades coloniales decidían orientar la mayor parte de los flujos turísticos hacia las ciudades del litoral (Casablanca, Rabat, Agadir), concentrando la mayor parte de la infraestructura y del equipamiento turístico allí, Hubert Lyautey, oficial francés y primer residente general en Marruecos, tomó la decisión de reservar Marrakech para la elite colonial (8).
La sociedad burguesa, capaz de desplazarse por la superficie del globo al ritmo de las estaciones, hizo de la Ciudad Roja una de sus escalas favoritas. El barrio del Hivernage (Invernadero), caracterizado por la trama ortogonal de sus calles, se fue formando sobre el modelo de los balnearios del Segundo Imperio. Al igual que Cannes o Deauville, el Hivernage está organizado en torno a su casino, su teatro, sus hoteles de lujo y sus jardines con árboles y flores.
La receta del éxito
La independencia de Marruecos, en 1956, no puso fin a la política inaugurada por Lyautey, que siguió siendo la del Estado marroquí y la de los inversores privados. Los hoteles de categoría superior están sobrerrepresentados en la ciudad; los de cuatro y cinco estrellas cubren la mitad de la capacidad hotelera (9). La apertura del primer hotel-restaurante del grupo Lucien Barrière fuera de Francia ilustra la vocación suntuosa de Marrakech. El Hotel & Riads Naoura Barrière incluye un Fouquet’s que, al reproducir “el ambiente único y el lujo particular del célebre restaurante de los Campos Elíseos”, permite restablecer lazos con la “elegancia, el refinamiento y el glamour parisinos”, según puede leerse en el sitio de internet del grupo.
Las autoridades marroquíes supieron hacer de la concentración de celebridades en la ciudad un argumento de venta para el turismo internacional, permitiendo distinguir a Marrakech de otros destinos competitivos de la cuenca mediterránea. Algunas iniciativas reales, como la creación, en 2001, del Festival Internacional de Cine de Marrakech, que cada año hace figurar a numerosas personalidades en su jurado, han contribuido a hacer de la ciudad un destino de moda.
Resultado: las visitas a la ciudad casi se duplicaron en diez años, pasando de alrededor de un millón de visitantes en 2001 a cerca de 1.800.000 en 2010. En 1973, Marrakech tenía 25 hoteles; ahora hay 152. Hamid Bentahar, presidente del Consejo Regional de Turismo, estima que la ciudad posee el 30% de la capacidad hotelera del reino. La conversión de la economía marroquí al librecambio –con la intensificación de los flujos turísticos como la prueba más evidente– le valió al país el reconocimiento internacional. Esto le permitió al reino organizar en Marrakech la conferencia ministerial que dio nacimiento a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995.
La concentración de “bellas personas” en la ciudad resolvió la contradicción interna de la mercantilización de los bienes culturales al tiempo que favoreció su atractivo turístico. Tal como lo sugirió el geógrafo David Harvey, el valor mercantil de los bienes culturales reside en su unicidad (10). El turismo no tendría ninguna razón de ser si no existiera en cada lugar un carácter “típico” que suscite entre los turistas el deseo de descubrirlo. Ahora bien, la preparación de los territorios para el turismo tiende a disolver eso que hay de singular en cada uno de ellos, al reproducir una serie estandarizada de motivos geográficos –cadenas hoteleras, lugares para comer, negocios de ropa–, banalizando al mismo tiempo los lugares y las prácticas.
Resolver esta contradicción requiere crear “un arte de la renta”, administrando la demanda según los instrumentos que provee el marketing territorial. En el caso de Marrakech, los emprendedores urbanos pusieron en valor la variedad de ambientes naturales –una ubicación cercana al desierto del Sahara y a los montes Atlas–, el patrimonio histórico –la Medina y la plaza Jemaa-El-Fna, clasificada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO (11)–, y la presencia en su seno de clases adineradas. Los cronistas de la prensa amarilla no dejaron de ver en la ciudad el “nuevo Saint-Tropez marroquí” (12).
Este “arte de la renta oligárquica”, que también se encuentra en Gstaad (Suiza) o en Courchevel (Francia), contribuyó a atraer hacia esta ciudad a la alta burguesía, cuya historia tiende ahora a confundirse con la de las personalidades que pasaron un tiempo allí. “Winston Churchill la frecuentaba en los años 1940 y 1970; Yves Saint Laurent y los Rolling Stones lanzaron la moda”, señala Mouyal. Esta historia urbana a través de los “grandes hombres” le permite a la aristocracia contemporánea imaginarse a sí misma y presentarse ante los ojos del mundo como su digna heredera. Tener una vivienda de vacaciones en Marrakech significa inscribirse en un linaje prestigioso, captar parte de esa herencia.
A su vez, la prensa económica contribuyó ampliamente a hacer nacer entre las clases medias superiores la fascinación por un modo de vida aristocrático que parecía accesible a todos. En 1998, el programa “Capital”, difundido por el canal M6, le dedicó un programa a los riads de la Medina promoviendo el modo de vida palaciego de los europeos que habían comprado esas casas a precios irrisorios. Su éxito provocó una avalancha de inversores que transformó profundamente la Medina.
Nuevo auge y polarización social
En los años 60 la Medina, empobrecida por la partida de las elites locales que se instalaron en el barrio de Gueliz para ocupar las viviendas de los colonos, se convirtió en el espacio residencial de las personas mayores, de la burguesía desclasada, de los artesanos y campesinos que llegaban a la ciudad con la esperanza de encontrar trabajo. Así, de a poco, el centro histórico fue perdiendo su centralidad. Las profesiones liberales abandonaron sus callejuelas sinuosas y también lo hizo el consulado francés.
Sin embargo, hacia el final de los años 90 la Medina volvió a ser un desafío para las estrategias inmobiliarias de los europeos. El incremento de los precios inmobiliarios obligó a a una parte de los marroquíes a irse de allí. “Los pequeños inquilinos se vieron particularmente afectados, porque los propietarios vendieron para aprovechar el alza de los precios inmobiliarios”, afirma Ingrid Ernst, urbanista, profesora de la Universidad de París X y ex responsable del plan de ordenamiento de la Medina. Los precios, orientados hacia el alza por la especulación, explotaron. “Una casa de tamaño mediano comprada y renovada por 80.000 euros en 2003-2004 se revendía en 2006 a 200.000 euros”, señala Valérie Baradat, agente inmobiliaria instalada desde hace diez años en Marrakech.
De manera progresiva, la geografía social de la Medina se polarizó. Alrededor de la plaza central de la ciudad, donde algunas calles están pobladas en más del 50% por europeos, el frente de gentrificación (13) ganó terreno a favor de las operaciones de rehabilitación y de patrimonialización. Una cuneta separa esos territorios aburguesados de lo que queda de los enclaves pauperizados. El barrio de Mellah, antiguo gueto judío, recibe desde los años 70 gente sin dinero de las ciudades y del campo. Callejuelas alargadas de tierra apisonada y un hábitat degradado: este barrio superpoblado, lugar principal de la prostitución, es uno de los más pobres de la ciudad. La densidad de población es tres veces mayor que en el resto de la Medina, y cerca de tres cuartos de las familias viven con menos de 1.000 dirhams (alrededor de 90 euros) por mes (14).
De cualquier forma, las funciones de la Medina están en vías de disociación. Detrás de la puerta El Khemis, los barrios de Sidi Ghalem y Hart Soura agrupan talleres de carpintería, soldadura y herrería. En el souk El Khemis no hay ni babuchas ni baratijas: allí sólo van los obreros de la construcción para aprovisionarse de tablas y cemento y los buscadores que revuelven entre los restos de telas y otras cosas que puedan resultarles útiles. Los alrededores accesibles de la plaza Jemaa-El-Fna, dedicados al turismo, contrastan con las franjas productivas de la ciudad precolonial.
“Hoy la gente quiere poder acceder en automóvil a su casa; quiere calles limpias”, prosigue Baradat. Se han lanzado políticas públicas de renovación urbana (para pavimentar las calles de tierra y agregar un sistema de saneamiento). A escala barrial, la desaparición de los hornos de pan, de los hammams (baños públicos típicos) y las tiendas de comestibles, reemplazados por una sarta de negocios de recuerdos, amenaza el equilibrio de la vida social. La privatización de algunos derb –callejones sin salida unidos a las calles principales– inquieta a los habitantes puesto que, tras compras sucesivas, algunos inversores han logrado apoderarse de un conjunto de casas. Finalmente, el reordenamiento de las viviendas plantea un problema. “Los europeos quieren tener acceso a la terraza y una piscina, despreciando la arquitectura de las casas, las reglas del urbanismo y de la buena vecindad que prohíben que las miradas, dirigidas desde las terrazas hacia los patios vecinos, vengan a molestar la intimidad familiar”, nos explica Mouyal. En un lugar se tira abajo una pared para agrandar el comedor; en otro se instala un jacuzzi sobre el techo.
Muchos de los nuevos propietarios transformaron sus residencias en habitaciones para huéspedes que alquilan por semana a los turistas. La Medina tendría unas quinientas. Maurice de l’Arbre, originario de Mónaco, “compró su primer riad hace cinco o seis años. Y después otras casas pequeñas, para hacer de ellas una verdadera casa de huéspedes con encanto”. Progresivamente, adquirió la casi totalidad de una manzana. El negocio funciona, con más razón porque aquí “se ofrece un Relais&Chateaux [hotel de lujo] al precio de un Etap-Hotel [nombre de una cadena de hoteles confortables pero económicos]”. Decoración oriental, “sin que resulte opresiva para el cliente”, una fuente y naranjos en el patio, pero también un gimnasio que ofrece, para la energía de los pensionistas, equipos rutilantes. Todo está pensado para contentar “a viajeros exigentes como Pierre Loti, pero durante una breve estadía”, precisa el inversor. Este éxito se debería “a la motivación y al espíritu comunitario que reina entre él y los marroquíes que trabajan con él”, nos explica de l’Arbre, confortablemente instalado en la terraza de su riad.
El ballet de la explotación salarial
Hassan Korapi, tesorero en Marrakech de la Confederación Democrática del Trabajo (CDT), uno de los principales sindicatos del país, menciona otras causas. “Al 90% de los trabajadores en el sector turístico se les paga el sueldo mínimo, o sea 2.200 dirhams [alrededor de 190 euros] por mes. Además, es muy difícil saber en qué condiciones y cuantas horas diarias trabajan las personas contratadas en las casas de huéspedes”. El trabajo en negro es frecuente. La situación no es mejor en los grandes hoteles. “Los empleadores no siempre aplican el código del trabajo y combaten cualquier presencia sindical. En 2007 habíamos instalado una sección sindical en el Club Med de Marrakech. En los meses que siguieron, todos nuestros militantes fueron reafectados a Senegal, Egipto o, en el mejor de los casos, a Tetuán, ¡a más de 600 kilómetros de aquí!”.
“En Marrakech es particularmente difícil organizar manifestaciones porque la ciudad es la vitrina de Marruecos”, señala el dirigente. En efecto, la industria turística necesita un espacio pacífico y el derrumbe de las visitas turísticas después de las revoluciones tunecina y egipcia está allí para recordarlo. La preservación del orden urbano parece ser una prioridad para todos. En una ciudad donde un tercio de la población activa depende directa o indirectamente del turismo, son muchos los habitantes que temen ver amenazada su fuente de ingresos. La situación de dependencia de los trabajadores constituye un medio de presión temible, que el poder no ha dudado en utilizar, por ejemplo, sobornando a jóvenes para sembrar el desorden en un cortejo de protesta el 20 de febrero pasado. Según el propio Mustapha Sabbane, responsable local del Partido Socialista Unificado y co-organizador del movimiento, esta provocación significó la suspensión de la movilización.
En la plaza Jemaa-El-Fna, el ballet de la explotación salarial se despliega desde el alba hasta el crepúsculo. Los vendedores de jugos se asemejan a los obreros fabriles que trabajan por pieza, con gestos repetitivos y acompasados, con la única diferencia de que, en este caso, el uniforme folklórico reemplaza al overol azul. Asimismo, la masa de pequeños empleados de los negocios de la ciudad, forzados a utilizar, mil veces al día, las mismas astucias y la misma palabrería, recuerda a los call centers, donde los trabajadores recitan las mismas preguntas, como en una línea de montaje. En este medio urbano sobreexcitado, saturado de estrépito mercantil, el agotamiento le gana incluso a las serpientes, autómatas con resortes que –según dicen– mueren de tener que seguir todo el día las empeñosas flautas de los encantadores.
Sin embargo, es en esta ciudad alienada por la potencia expropiadora de los capitales y por las fantasmagorías, donde los habitantes han tratado de organizar un movimiento revolucionario. Interrumpiendo el curso ordinario de las existencias, la irrupción democrática dejó aflorar al pueblo, allí donde el turismo lo mantenía idéntico a su representación en el decorado de sus espacios folclorizados. La ciudad, a favor del Movimiento del 20 de febrero (15), apareció ya no como una ciudad turística, sino como la base territorial de una comunidad política.
1. Casa tradicional marroquí, cerrada hacia el exterior y organizada en torno a un patio.
2. “Quand les politiques français jouent les bronzés à Marrakech”, L’Express, París, 13-1-11.
3. Expresión concebida por los sociólogos Michel Pinçon y Monique Pinçon-Charlot.
4. Jean-Paul Enthoven, Ce que nous avons eu de meilleur, Le Livre de Poche, París, 2008.
5. Jean-Paul Enthoven, op. cit.
6. Thornstein Veblen, Théorie de la classe de loisir, Gallimard, colección Tel, París, 1979.
7. Antiguos notables del Norte de África.
8. Patrick Festy, Mohamed Sebti, Youssef Coubage y Anne-Claire Kurzac-Souali, Gens de Marrakech. Géo-démographie de la ville rouge, Les éditions de l’INED, París, 2009.
9. Patrick Festy et al, op. cit.
10. David Harvey, Géographie de la domination, Les Prairies ordinaires, París, 2008.
11. Véase Juan Goytisolo, “Jemaa-el-Fna, patrimoine oral de l’humanité”, Le Monde diplomatique, París, junio de 1997, retomado en “Comprendre le réveil arabe”, Manière de voir, París, N° 117, junio-julio 2011.
12. “La perle du Sud est le nouveau Saint-Tropez marocain!”, www.gala.fr
13. Proceso de reinversión en los barrios del centro, desvalorizados y populares, por parte de categorías sociales con buen poder adquisitivo.
14. Patrick Festy et al, op. cit.
15. El Movimiento 20 de febrero nació en Facebook hacia el final del mes de enero de 2011, en el contexto de la “primavera árabe”. La red social permitió difundir la convocatoria a manifestar por “la democracia, la justicia y una vida digna”. El Movimiento prosiguió a través de varias manifestaciones en las principales ciudades de Marruecos.

Traducción: Lucía Vera



http://www.eldiplo.org/index.php/notas-web/las-dos-caras-de-marrakech?token=&nID=1

Las condiciones de la unidad nacional


HACIA UNA LIBIA POS-GADAFI


Por Patrick Haimzadeh
Ex diplomático en la Embajada de Francia en Trípoli (2001-2004), autor de Au cœur de la Libye de Kadhafi, Jean-Claude Lattès, París, 2011.

La caída de Gadafi deja un país arrasado, en el que queda mucho por hacer para reconstruir la paz. El Consejo Nacional de Transición, que promete llamar a elecciones, deberá desmontar los pilares del régimen depuesto y aprender a trabajar con las tribus, principalmente las del oeste, que tuvieron un papel decisivo en la victoria.

ntusiasmados por las revueltas tunecina y egipcia, que en pocas semanas habían provocado la renuncia de dos autócratas, muchos analistas quisieron creer que lo mismo sucedería con la insurrección libia del 17 de febrero de 2011. En efecto, no cabía más que emocionarse ante las imágenes de los rebeldes de Cirenaica lanzándose a comienzos de marzo en sus pick-ups por la ruta desértica hacia el oeste –difundidas a repetición por todos los canales satelitales–, ante el entusiasmo y el valor de esos jóvenes combatientes que afirmaban con orgullo que podían “liberar” Trípoli en dos días.
Sin embargo, después de más de seis meses de guerra civil y 8.000 misiones de bombardeo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los frentes de Brega y Misrata casi no evolucionaron. Las acciones decisivas en el plano militar que llevaron en pocos días a la caída de Trípoli no fueron producto de esas poblaciones del Este sino principalmente de las poblaciones de algunas ciudades del Oeste lideradas por una gran tribu árabe de las montañas del Oeste (Jebel Nefusa): los Zintan.
Tres pilares
Para comprender las especificidades de esta guerra civil y los inmensos desafíos de la era pos-Gadafi, conviene repasar las principales características del sistema Gadafi, implantado desde hace 42 años. El sistema de poder jamahiriyo (de Jamahiriya, “Estado de las masas”) se fundó en tres fuentes de legitimidad: revolucionaria, militar y tribal. Desde 1975, estos tres pilares le permitieron garantizar su longevidad. Y siguieron funcionando, aunque de manera degradada, durante los seis meses que siguieron al estallido de la insurrección.
En primer lugar, los comités revolucionarios, que pueden compararse con los partidos Baas del Irak de Saddam Hussein y de la Siria de los al-Assad. Presentes en el seno de todas las estructuras del Estado y de las grandes empresas, debían ser los garantes de la doctrina jamahiriyista y de la movilización de las masas, según el modelo de los Guardias Rojos chinos o de los Guardianes de la Revolución iraníes. Sus 30.000 miembros (aproximadamente), cooptados, recibían ascensos y gratificaciones materiales. Son ellos quienes intervinieron en Bengasi en la represión de la primera manifestación del 15 de febrero de 2011, lo que derivó en el inicio de la insurrección dos días después. Los comités revolucionarios se apoyan en diferentes milicias presentes en todo el país, agrupadas bajo el vocablo genérico de “guardias revolucionarias”. Estos hombres, armados y vestidos de civil, desempeñaron un papel disuasivo, o incluso represivo, desde que comenzó la insurrección.
En segundo lugar, las guardias pretorianas, dedicadas a la protección del coronel Gadafi y su familia. Antes de la insurrección, se calculaba que contaban con unos 15.000 hombres, repartidos en tres grandes batallones llamados “de seguridad” (entre ellos el de Bengasi, que se disolvió en los primeros días, aunque muchos de sus líderes y soldados se replegaron en Tripolitania) y tres brigadas interarmas. Los miembros de estas unidades han sido reclutados principalmente en el seno de las dos grandes tribus del centro y del sur de Libia, consideradas fieles al régimen (Qadadfa y Magariha). Disponían de muchas ventajas financieras –bonificaciones salariales– o en especie –autos o viajes al extranjero–. Se trata de unidades que han luchado durante casi seis meses en los tres frentes (Marsa Brega, Misrata y luego Jebel Nefusa) y que intervinieron puntualmente en las ciudades de Tripolitania (Zawiya, Sabrata, Zwara) para reprimir los inicios de la insurrección en febrero y marzo. El hijo menor del coronel Gadafi, Jamis, dirigía una de las tres brigadas en el frente de Misrata; su hermano mayor, Mutasim, habría dirigido otra.
Por último, el sentimiento de pertenencia tribal y su instrumentalización por parte del poder constituye el tercer elemento importante que puede explicar la longevidad del sistema Gadafi. Durante los primeros años de la Libia revolucionaria, entre 1969 y 1975, el poder no hacía referencia a las tribus. Pero, en 1975, el Libro Verde las devolvía a un lugar de honor y les consagraba un capítulo entero (1). Desde entonces, las tribus constituyeron un elemento indisociable del clientelismo que está en el corazón del sistema. Se trata de distribuir la renta petrolera cuidando de respetar los equilibrios entre tribus y regiones, bajo riesgo de amenazar la paz social, o incluso la unidad del país.
Lazos tradicionales
El coronel Gadafi supo consensuar durante mucho tiempo con las tribus, alternando restricciones, amenazas, retribuciones y negociaciones. Lejos de ser una estructura monolítica o piramidal, en tiempos de paz, la tribu libia contemporánea se parece ante todo a una red de solidaridad flexible, que permite acceder a recursos o a cargos y autoriza estrategias personales o colectivas.
Dependiendo de la proximidad o de la distancia de uno de sus miembros con el Príncipe, la pertenencia a una tribu procura ventajas o, por el contrario, representa una desventaja. Así, los habitantes de Misrata (2) –las grandes familias de la ciudad, aun cuando en realidad no conforman una tribu en sentido estricto (3)– fueron favorecidos por Gadafi hasta 1975. Luego, debido a divergencias personales e ideológicas con el coronel Omar al-Mheichi, uno de sus compañeros de la primera hora, originario de Misrata, el líder rompió su alianza con ellos para volcarse hacia sus adversarios históricos, los Warfalla, originarios de Bani Walid. Desde entonces, los habitantes de Misrata fueron apartados de las funciones clave (guardias pretorianas, servicios de seguridad) y relegados a puestos tecnocráticos.
En tiempos de guerra, las tribus pueden constituir una herramienta de movilización particularmente eficaz en zonas rurales y en las ciudades, donde las poblaciones originarias de una misma región están agrupadas por barrios. Allí también están segmentadas en varias decenas de subconjuntos, disponiendo cada una de su jeque. Así se pudo observar, al iniciarse el conflicto, cómo dos campos invocaban los juramentos de lealtad recibidos de los jeques de una misma tribu: algunos de los miembros de la tribu Qadadfa que residen en Bengasi, por ejemplo, juraron lealtad ante el Consejo Nacional de Transición (CNT) rebelde, aunque absteniéndose de comprometerse militarmente en sus filas. Por lo tanto, las listas de tribus aliadas al CNT o a Gadafi que se presentaron en la prensa a comienzos del conflicto no tienen mucho sentido.
En el centro, en el oeste y en el sur del país, las zonas rurales y las ciudades pobladas mayoritariamente por miembros de grandes tribus muy comprometidas con el sistema Gadafi se sublevaron poco. Algunas suministraron al régimen combatientes y milicianos. Fue el caso, en particular, en las regiones de Bani Walid (feudo de los Warfalla), en Tarhuna (feudo de la importante confederación tribal de los Tarhuna, que representa a más de la mitad de la población de Trípoli), en Sirte (feudo de los Qadadfa), en Fezzan (feudo de las poblaciones Qadadfa, Magariha, Hassawna y Tuareg, retribuidas y reclutadas desde hace tiempo por el régimen), en Tawurgha (cuyos habitantes manifiestan una vieja desconfianza respecto de los habitantes de Misrata, que se encuentra muy cerca) o incluso en Ghadames (en la frontera argelina, cuya importante población Jaramna permaneció hasta hoy fiel al poder).
Otras regiones, aunque simpatizantes del régimen, se cuidaron de permanecer neutrales, a la espera de ver hacia dónde se inclinaría la balanza: las ciudades de Mizda (feudo de los Machachiya y de los Awlad Bu Sayf), de Al ‘Ujeylat, Waddan, Hun, Sukna y Zliten (cuyos habitantes Awlad Shaykh desconfían de los de Misrata, lo que explica en parte el hecho de que, a pesar de sus repetidos asaltos y los numerosos bombardeos de la OTAN, los rebeldes de Misrata no hayan logrado ocuparlas).
Así pues, de un pueblo a otro surgen estrategias diferenciadas, que se explican por antagonismos que se remontan a veces hasta la colonización italiana. Por ejemplo, el que opone a los Zintan y a sus grandes rivales históricos, los Machachiya. Antes de la insurrección en la ciudad de Mizda, los miembros de las dos tribus coexistían pacíficamente, aun cuando los matrimonios entre sus miembros seguían estando prohibidos. Cuando la ciudad de Zintan, feudo de los Zintan, entró en rebelión, los Zintan de Mizda se unieron a sus compañeros en la insurrección, cuidando de no atacar nunca Mizda, donde los Machachiya siguieron siendo neutrales... contrariamente a los de otros pueblos, que se unieron a las filas de los gadafistas. Los ejemplos podrían multiplicarse. Pero lo importante es que los mecanismos tradicionales de negociación permitieron limitar un poco la violencia y evitar situaciones irreversibles, que volverían más difícil la reconstrucción de una comunidad nacional cuando finalice el conflicto.
Representación y autonomía
En el caso de la capital, Trípoli, la ausencia de un levantamiento generalizado hasta la llegada de los contingentes provenientes de las ciudades “liberadas” de Tripolitania se explica por dos factores. Por un lado, la densidad del aparato de seguridad y represivo: guardias revolucionarias, batallones de seguridad y “guardias populares” constituidas por presos comunes liberados y organizados como milicia y controlados por los comités revolucionarios. Y, por otro lado, la propia sociología de la ciudad. Contrariamente a Bengasi –donde la cohesión de las grandes tribus de Cirenaica, unidas por el mismo rechazo al poder, permitió la unidad en la acción–, una mitad de Trípoli está constituida por poblaciones de las grandes tribus originarias de las regiones de Bani Walid y Tarhuna, cuyo destino está íntimamente ligado al del régimen de Gadafi, y la otra mitad está compuesta por miembros de pequeñas tribus o por citadinos que no constituyen grupos importantes con capacidad para transformarse en estructuras de movilización y combate. Los intentos de sublevación en algunos barrios fueron, por lo tanto, rápidamente reprimidos.
La “ruptura táctica” anunciada durante cinco meses como inminente en los frentes de Brega y Misrata por los portavoces del CNT y de la OTAN finalmente fue operada por la poderosa tribu árabe de los Zintan –originaria del Jebel Nefussa–, que contaba con apenas más de 3.000 combatientes a principios de mayo. Una de las claves de su éxito reside en su capacidad para integrar la tradición libia de primacía de lo local sobre lo regional y de lo regional sobre lo nacional; es decir, que es responsabilidad de los habitantes originarios de cada región o ciudad “liberarlas”. En efecto, los Zintan –punta de lanza y cohesionadores de la rebelión en el oeste– velaron por reclutar, formar y equipar, en Zintan, a batallones originarios de las ciudades a liberar (Zawiya, Surman y Garian), que luego condujeron simultáneamente los asaltos a estas tres ciudades.
Aunque los comunicadores de la OTAN y los responsables políticos franceses y británicos se esfuercen por celebrar el papel decisivo de sus bombardeos en la evolución de la situación en favor de los rebeldes, ni la ruptura táctica continuamente anunciada en los frentes de Brega y Misrata ni la proclamada disgregación del régimen gracias al bombardeo de lugares estratégicos de Trípoli, o de las residencias del coronel Gadafi y los suyos, tuvieron una incidencia decisiva en el desarrollo de la guerra.
Este reequilibrio hacia el oeste de la realidad militar de una insurrección que en un primer momento se había impuesto en el este plantea de aquí en más la cuestión de la verdadera representatividad del Consejo Nacional de Transición que actualmente no integra en sus estructuras a responsables de la rebelión victoriosa en el oeste. En otros términos, el CNT –si desea poder continuar invocando el título de “representante legítimo del pueblo libio” que le fue reconocido a partir del mes de marzo por Francia y Gran Bretaña– deberá conceder rápidamente a los rebeldes del oeste una representación política que sea acorde a su rol militar esencial en la victoria final, a riesgo de ver rápidamente establecerse estructuras autónomas en el oeste.
El otro desafío consistirá en integrar en las instancias futuras a representantes de las regiones y de las tribus que durante mucho tiempo apoyaron mayoritariamente al régimen de Gadafi (regiones de Sirte, Tarhuna, Bani Walid, Sebha, Ghat y Gadames).
Salir de la lógica actual de guerra civil pasará entonces por la decisión del CNT de ofrecer garantías sobre su futuro a estas poblaciones así como a los responsables militares y miembros de los comités revolucionarios menos comprometidos. Si los insurgentes, impulsados por su victoria militar intentan imponer su voluntad por las armas a las tribus que durante mucho tiempo permanecieron fieles a Gadafi y que disponen de influencias territoriales, es por el contrario la lógica de la guerra la que podría perdurar.
En una lógica de superación de la guerra, los mecanismos tradicionales beduinos de mediación y de negociación deberán cumplir un papel esencial. Porque si bien algunas tribus apoyaron por mucho tiempo a Gadafi, nada está petrificado en la tradición beduina donde el pragmatismo y el interés del grupo a menudo se imponen sobre las lógicas de honor destacadas en las descripciones a menudo caricaturescas que se hacen de estas sociedades en Occidente. El interés general por exportar petróleo rápidamente y por repartir los ingresos en base a un mecanismo transparente y equilibrado entre las regiones podría también cumplir un papel de estabilización a condición de que el nuevo poder se encargue de dejar a las regiones y las ciudades una autonomía importante en la gestión de sus asuntos cotidianos.
Salir de la guerra civil constituirá por lo tanto un verdadero desafío en un país donde las armas ya están circulando, que no tiene ninguna cultura política y donde el interés local predomina sobre el interés nacional. ¿En qué momento la OTAN juzgará que las poblaciones civiles ya no necesitan su “protección”?
1. Véase la edición árabe del Centro Mundial de
Estudios e Investigación sobre el Libro Verde, Trípoli, 1999.
2. Los habitantes de Misrata se levantaron en armas contra el régimen inmediatamente
después de los de Cirenaica. Existe una
gran proximidad sociológica e histórica
entre los habitantes de Misrata y los de Bengasi, región donde se calcula que la mitad de la
población es descendiente de inmigrantes originarios de Misrata.
3. Se entiende aquí por “tribu” un grupo que comparte un ancestro epónimo, de quien sus miembros descienden por una filiación basada en la ascendencia paterna.

Traducción: Gabriela Villalba



http://www.eldiplo.org/index.php/147-los-silencios-de-la-campana/las-condiciones-de-la-unidad-nacional?token=&nID=1

lunes, 26 de septiembre de 2011

Histórica decisión en Arabia Saudita: las mujeres podrán votar

 Así lo anunció el rey Abdullah. También podrán ser candidatas en las elecciones municipales de 2015.



Las mujeres sauditas lograron por primera vez el derecho a votar . Podrán participar como votantes y candidatas recién en las elecciones municipales de 2015. El rey Abdullah de Arabia Saudita lo anunció en un histórico discurso, permitiendo así la participación de la mujer en la vida política de un país en el que ellas no pueden moverse prácticamente sin la supervisión de un varón.
Las medidas anunciadas, sin embargo, no tendrán aplicación inmediata , ya que la próxima sesión del Consejo Consultivo del Reino (Shura) será a partir de 2013 y las elecciones con voto y candidatas mujeres serán dentro de cuatro años. En efecto, las mujeres podrán ser candidatas en las primeras elecciones municipales que sigan a las del 29 de septiembre próximo, en las que no podrán participar.
En un discurso en Riad ante el Consejo de la Shura, una especie de Parlamento sin poderes legislativos, el monarca de Arabia Saudita explicó que las mujeres han jugado un papel importante en la historia del islam. “Debido a que rechazamos marginar a las mujeres en la sociedad en todos sus papeles regulados por la Sharia, hemos decidido, después de deliberar con nuestros clérigos más veteranos y otros implicar a las mujeres en el Consejo de la Shura como miembros, empezando en el próximo período”, dijo en su discurso.
Arabia Saudita está gobernada por una monarquía con poderes absolutos. En el país rige una estricta interpretación de la Sharia o ley islámica, convirtiéndose en el único país regido por leyes islámicas que niega el derecho al voto a las mujeres. Con este anuncio, el monarca responde a un petición clave de los activistas progresistas. Grupos feministas y activistas pro derechos humanos llevan años pidiendo mayores derechos para las mujeres, en este país donde las saudíes no pueden viajar, trabajar o ser intervenidas quirúrgicamente sin el permiso de su “guardián”: padre, marido u otro varón de la familia que tenga encomendada su custodia. Tampoco tienen permitido conducir vehículos.
En base al anuncio del rey saudita, las mujeres quedarán equiparadas a los hombres dentro del limitado derecho electoral del país, ya que las municipales son las únicas que se celebran.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Miles de egipcios atacan la Embajada de Israel en El Cairo


Una multitud derriba parcialmente el muro de hormigón de 2,5 metros de altura que rodea el edificio y tira por la ventana "miles de documentos oficiales".- El embajador israelí abandona el país. -La tensión entre ambos países no deja de crecer. -El ataque causa 448 heridos


Las repercusiones diplomáticas del asalto por una multitud de egipcios a la Embajada de Israel en El Cairo no paran de crecer. Mientras casi 2.000 personas siguen luchando a brazo partido con la policía en los alrededores del recinto, el embajador israelí -Yitzhak Levanon-, su familia y parte del personal de la Embajada han salido del país en un avión del Ejército israelí. Un gabinete de crisis egipcio se ha reunido y fruto de ello el ministro del Interior del país ha declarado el estado de alerta y ha cancelado las vacaciones de la policía en todo el país. El presidente de EE UU, Barack Obama ha expresado su preocupación en un mensaje de la Casa Blanca, ha llamado al Gobierno de Egipto a asegurar la seguridad de la Embajada israelí y se ha entrevistado con primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para expresarle su "gran preocupación".



El conflicto, que ya ha dejado oficialmente 448 heridos y 17 detenidos, se ha desencadenado cuando cientos de manifestantes egipcios han atacado durante la noche la Embajada. Primero lograron derrumbar parte del muro que la protege -de 2,5 metros de alto- con martillos y barras de metal. Después invadieron el edificio y una treintena de ellos lanzó por las ventanas del edificio de 21 plantas miles de documentos. Un funcionario israelí en Jerusalén dijo a Reuters que los papeles arrojados parecían ser "folletos y formularios que estaban en el vestíbulo" y que los manifestantes solo alcanzaron la entrada del edificio, no el interior. Sin embargo, un periodista de France Fresse dice haber constatado que algunos de los documentos procedían de los servicios diplomáticos israelíes y parecían correos de funcionarios a homólogos egipcios.
Durante las primeras horas del asalto, la policía se limitó a tratar de contener a los manifestantes, pero no impidió que se derribara parte del muro. Ante ello el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, anunció en un comunicado que había pedido a Estados Unidos ayuda para proteger la Embajada.
Los manifestantes prendieron fuego a varios vehículos alrededor del recinto diplomático. Ya de madrugada se han escuchado tirosen el área, según testigos citados por France Presse. Los asaltantes también trataron de atacar una comisaría cercana, pero fueron rechazados con gas lacrimógeno, aunque sí lograron quemar cuatro coches de la policía. El Ejército despegó tanques alrededor de la Embajada y la policía tuvo que terminar usando gases y cañones de agua para despejar la zona.
Otro grupo de manifestantes se dirigió a la sede del Ministerio del Interior, símbolo de la represión del anterior régimen, y prendió fuego a una parte del edificio. La sede de la televisión estatal también sufrió daños en los disturbios.
Las protestas comenzaron en la plaza de Tahrir, donde miles de personas participaban en una marcha para pedir que se aceleren las reformas políticas y el fin de los juicios a civiles en tribunales militares. El descontento y la progresiva desconfianza hacia la junta militar que dirige la transición democrática alimentan las marchas de protesta que se repiten desde la caída de Hosni Mubarak en febrero. Una de las consignas más repetidas en la manifestación ante la Embajada era "El pueblo quiere la caída del mariscal", en alusión al jefe del consejo militar Hussein Tantawi, la máxima autoridad en el país desde la caída de Mubarak.
La tensión entre ambos países es creciente tras la salida del poder de Hosni Mubarak en Egipto debido a las revueltas populares. La alianza -forjada en los acuerdos de paz de Camp David firmados por Menahem Begin y Anuar el Sadat en 1978- se rompió entonces y entró definitivamente en crisis con la muerte accidental de cinco policías egipcios a cargo del Ejército hebreo, en una operación de Israel tras un ataque de milicianos palestinos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Misterio rodea a los Gadafi en Argelia


La esposa de Gadafi y tres de sus hijos llegaron a Argelia la semana pasada, indicaron diplomáticos.
Los familiares del coronel Muamar Gadafi que huyeron de los combates en Libia hacia Argelia muy probablemente estén recibiendo alojamiento presidencial en la capital, Argel, señalaron diplomáticos extranjeros a la BBC.
El paradero exacto de la esposa de Gadafi, Safia, dos de sus hijos, Hannibal y Muhammad, su hija, Aisha, y 20 miembros de su comitiva sigue siendo un misterio.


Desde su llegada a Argelia hace una semana, el único comunicado oficial sobre sus actividades provino del embajador de Argelia ante Naciones Unidas, Mourad Benmehidi, quien le dijo a la BBC que su país estaba recibiendo al grupo por razones humanitarias.
Poco después de su llegada, Aisha Gadafi dio a luz una niña en un hospital de Djanet, un pueblo localizado en un oasis en el Sahara cerca de Libia, según indicó un portavoz del Ministerio de Salud.
Sin embargo, la credibilidad de esa información está siendo cada vez más objeto de especulación, ya que en abril Aisha Gadafi aseguró que su hija de cuatro meses, Mastoora, había fallecido en un bombardeo de la OTAN.

Rumores

Según el periódico El Echorouk, los familiares de Gadafi volaron de Djanet a Argel a finales de la semana pasada.

Desde entonces, pululan los rumores sobre el lugar donde estarían alojados.
Un diplomático extranjero que no quiso ser identificado dijo que lo más probable es que estuviesen en hospedaje reservado para altos diplomáticos argelinos y dignatarios extranjeros cerca de la capital.
"Ello querrán tenerlos en algún lado donde puedan vigilar lo que están haciendo", apuntó.
"Estarán en algún tipo de complejo estatal, donde la seguridad es muy estricta y eso queda apartado de la vista del público".
Una visita el viernes a la Residence d’Etat (Residencia de Estado) en Zeralda, un suburbio de Argel, no arrojó ninguna pista.
El complejo está apartado de la carretera en una zona boscosa y rodeada de altas murallas alambradas.
Hay centinelas armados apostados cada 100 metros alrededor de la valla que cerca el recinto.

"La familia de Gadafi no está aquí", dijo un guardia portando un Kalashnikov.
"Puede que estén en otro lugar. No podría decir".

"Mejor no averiguar"

Los habitantes locales dijeron que no habían escuchado informaciones sobre la presencia de los Gadafi en la zona.
"No nos dirían de todos modos", apuntó un hombre vistiendo túnica blanca y sandalias, camino a elevar sus oraciones del viernes en la mezquita.
"Es mejor no hacer averiguaciones. Es jugar con fuego".

El gobierno argelino dijo que si el propio coronel Gadafi buscaba refugio en Argelia, lo entregarían de inmediato al Tribunal Penal Internacional (TPI), que ha emitido una orden de arresto en su contra, conjuntamente con la de su hijo, Saif al-Islam, y su jefe de Inteligencia, Abdullah Sanussi.
Los miembros de su familia que están actualmente en Argelia, que no tuvieron un rol prominente en los asuntos políticos o militares bajo el régimen de Gadadafi, no están solicitados por el tribunal.
Aunque Argelia es el único de los vecinos de Libia que no ha reconocido al Consejo Nacional de Transición – mostrando preocupación por los elementos islámicos presentes en el nuevo liderazgo – el canciller, Mourad Medelci, indicó que el reconocimiento se hará en breve.
"Mientras más tiempo tengan a los Gadafi, más vergonzoso lucirá para el gobierno, apuntó el diplomático.
Se ha especulado que los Gadafi están negociando una salida a un tercer país, posiblemente Venezuela o Zimbabue, u otro país en el sub-Sahara africano.
Sin embargo, a medida que se siguen conociendo más detalles sobre la vida de derroche que disfrutaba la familia en Libia, sus opciones se reducen.
"¿Quién quiere tener ese problema ahora?" agregó.

Más allá del dólar alto


LA AUSENCIA DE UNA POLÍTICA INDUSTRIAL DE LARGO PLAZO


Por Martín Schorr
Investigador del Conicet.

El crecimiento económico actual descansa sobre todo en el despegue productivo propiciado por el tipo de cambio competitivo. Esta importante expansión no alteró el patrón industrial, concentrado en unas pocas ramas ligadas a la explotación de recursos naturales y la armaduría automotriz, ni modificó la estructura exportadora.

esde el abandono de la convertibilidad se ha ido delineando en el país un nuevo patrón de crecimiento motorizado por los sectores productivos. El discurso dominante postula que la vigencia de un dólar “alto” o “competitivo” constituye una condición necesaria, y para muchos suficiente, para propiciar un cambio radical en el régimen de acumulación, conducido por un sector industrial en expansión merced a un salto exportador de consideración, un nuevo perfil de las ventas al exterior, un proceso virtuoso de sustitución de importaciones y, en ese marco, una revitalización de la producción nacional.
De allí que el “dólar alto” se ha constituido en el eje sobresaliente de la política industrial, en un escenario internacional que, con algunos momentos de excepción, en general ha resultado muy favorable para países como Argentina (1). El planteo es que, por esa vía, se estarían sentando las bases de un “modelo de acumulación con inclusión social”, tal como sostiene el discurso del gobierno y de sectores afines. Con diferencias y matices, los candidatos opositores no han hecho de la política industrial, o de los déficits que se arrastran en esta área, uno de los ejes de sus discursos y propuestas.
Es, por lo tanto, uno de los silencios más notables del debate público actual. Por eso vale la pena analizar en qué medida la política de “dólar alto” ha favorecido a las actividades vinculadas con la producción industrial, sus implicancias y, sobre todo, sus limitaciones.
La evolución reciente
Tras largos años de desindustrialización (1976-2001), en la etapa de posconvertibilidad se registró un incremento en la participación de la industria en el conjunto de la economía argentina, tal como se puede observar en el gráfico. Pero dicho aumento se dio hasta 2003 y, en gran medida, se vinculó con la utilización de las capacidades productivas instaladas que se encontraban ociosas por la crisis. A partir de ese año, el sector volvió a perder participación en el PIB total, lo cual se asocia a la relativamente baja inversión respecto a las altas ganancias de las grandes empresas, en particular entre 2004 y 2007, cuando la rentabilidad sobre ventas de los oligopolios líderes osciló entre el 14% y el 19% (niveles holgadamente superiores a los de la convertibilidad) (2).
En esa reindustrialización acotada, el comportamiento de la producción de las distintas ramas que integran el tejido fabril muestra dos etapas diferentes. Hasta 2007 se registró un crecimiento generalizado, que fue importante en aquellos rubros manufactureros que habían sido muy castigados desde los inicios del proceso de desindustrialización en 1976. Estas actividades suelen caracterizarse por una presencia significativa de pymes y elevados requerimientos de empleo: maquinaria y equipo, diversas metalmecánicas, textil e indumentaria, calzado y marroquinería, etc. Sin embargo, hay que señalar que no se registraron cambios estructurales en el perfil industrial heredado de los años de hegemonía neoliberal. Esto se debe a que también se expandieron fuertemente las ramas predominantes: alimentos, químicas, acero y aluminio, derivados del petróleo y automotores.
A partir de 2007, bajo el influjo de la crisis internacional y cuando empezaron a erosionarse los extraordinarios niveles de competitividad derivados del tipo de cambio, comenzó a registrarse una desaceleración en el crecimiento fabril. En ese marco se destaca el dinamismo de un reducido número de ramas: sustancias y productos químicos, alimentos y bebidas, curtiembres, metales básicos, caucho y plástico, armaduría automotriz y ensambladoras de productos electrónicos en Tierra del Fuego (3). Además, se registró un menor ritmo de crecimiento de la producción en ramas como los minerales no metálicos, la elaboración de instrumentos de precisión, de productos textiles y vestimenta, de papel y derivados, de productos elaborados de metal y de ediciones e impresiones. Por último, se manifestó una caída en los volúmenes producidos por un conjunto de actividades que en la etapa anterior se habían expandido, en algunos casos en forma considerable: bienes de capital, productos de madera, muebles y colchones, equipamiento de transporte e industrias refinadoras.
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En suma, en la primera etapa, hasta 2007, crecieron todas las ramas, pero no se produjeron cambios significativos en el perfil estructural del sector. En la segunda se registraron desempeños heterogéneos, cuyo resultado es una estructura industrial muy volcada al procesamiento de recursos naturales y al sector automotor de armaduría: en 2010, alrededor de las dos terceras partes de la producción industrial provenían de las industrias alimenticia, química, de acero y aluminio, de derivados del petróleo y automotriz.
En general, se trata de industrias con débiles eslabonamientos internos (en materia productiva y ocupacional), asociadas a una inserción pasiva y subordinada en el mercado mundial, para las que los salarios pesan mucho más como costo empresario que como factor de la demanda, y caracterizadas por mercados altamente concentrados (en su mayoría por parte de capitales extranjeros) (4).
Dinámica ocupacional
Las elevadas tasas de crecimiento y su composición sectorial, así como el abaratamiento relativo del trabajo con respecto al capital que motorizó la devaluación, posibilitaron una extraordinaria recuperación del nivel de empleo, lo que quebró la tendencia descendente que presentó el mismo durante la década de 1990 (con sus antecedentes desde 1976).
A partir de 2007, sin embargo, la pérdida de dinamismo de las ramas más débiles del entramado fabril, por lo general trabajo-intensivas, y el avance estructural de los rubros más capital-intensivos, provocaron un estancamiento en la capacidad generadora de empleo del sector, en el marco de una tasa de desempleo en niveles elevados. Mientras que en el período 2001-2007 la elasticidad empleo/producción fue de 0,54, en 2007-2010 fue de apenas 0,02.
Dinámica comercial externa
El crecimiento industrial en la posconvertibilidad se asoció a una expansión considerable de las exportaciones: casi se triplicaron entre 2001 y 2010, alentadas por el “dólar alto”, los bajos salarios en términos internacionales y la existencia de mercados externos en expansión. Pero ante la debilidad de las políticas tendientes a propiciar una modificación en las modalidades de inserción en el mercado mundial, se fortaleció un perfil exportador muy volcado a la explotación de recursos naturales y la armaduría automotriz; perfil caracterizado además por un altísimo grado de concentración. Así, en 2010 las ramas elaboradoras de alimentos, vehículos automotores, sustancias y productos químicos, metales básicos y refinación de petróleo dieron cuenta del 86% de las exportaciones fabriles, frente a una participación promedio de “apenas” el 78% en la convertibilidad. Asociado a este perfil, hay que señalar que menos de un centenar de grandes corporaciones, en su mayoría extranjeras, explican cerca del 80% de las ventas externas del sector.
Por las dificultades que experimentó la sustitución de importaciones, dada la casi total ausencia de políticas industriales específicas, no se logró atenuar los procesos de desintegración del tejido manufacturero y de dependencia tecnológica. De allí el fenomenal aumento que experimentaron las importaciones de bienes manufacturados, en muchos casos sustitutivas de una producción nacional sólo protegida por el nivel cambiario y algunas medidas de coyuntura (5). Ello fue erosionando el superávit comercial hasta convertirlo en déficit en 2007, 2008 y 2010 (en 2009 se registró un saldo favorable por la caída en las compras externas en el marco del estancamiento de la producción fabril en plena crisis mundial).
Resultados
En ese marco, en la etapa de posconvertibilidad se afianzó la “dualidad estructural” de la industria argentina resultante de las políticas desindustrializadoras del período 1976-2001. Un puñado de ramas ligadas al procesamiento de recursos básicos presentan una balanza comercial positiva, mientras que las restantes son en general deficitarias. Con escasas excepciones, esto se acentúa a medida que se avanza hacia industrias más complejas, más intensivas en la utilización de conocimiento científico-tecnológico, más demandantes de mano de obra de alta calificación y con mayores potencialidades para impulsar con su crecimiento a otras industrias. No es casual, en este sentido, que el rubro más deficitario sea el de bienes de capital (ver tabla).
Esto remite a una cuestión no menor en términos económicos y políticos. En una industria caracterizada por esa “dualidad estructural” en materia de inserción internacional, los pocos sectores y actores generadores de divisas asumen un papel central en el desempeño fabril (y en la economía en su conjunto). Por ello, detentan un poder de veto decisivo sobre la orientación de las políticas públicas. Se trata básicamente de un puñado de grandes empresas, extranjeras y locales, altamente transnacionalizadas de los sectores minero, petrolero, agropecuario y elaboradores de ciertos commodities industriales. La paradoja es la siguiente: un proceso en el que la industria está llamada a convertirse en el núcleo ordenador de un “modelo de acumulación con inclusión social”, pero que en los hechos consolida la capacidad de veto de actores cuyo ciclo de acumulación pivotea sobre actividades con un bajo o nulo grado de industrialización.
Desarrollo industrial
Un análisis de la trayectoria de la industria en la posconvertibilidad no puede soslayar el importante crecimiento del sector y sus impactos en materia de creación de puestos de trabajo. Pero tampoco puede pasar por alto que este proceso fue acotado: no propició un cambio estructural en el perfil manufacturero y no logró mejorar con criterio sustentable la competitividad de los sectores fabriles más débiles. Tampoco modificó el cuadro de “dualidad estructural” en el comercio exterior y su correlato en términos políticos.
Estas sombras expresan los límites de una estrategia de fomento a la industria basada centralmente en el “dólar alto”, y plantean una serie de interrogantes en cuanto a que la industria realmente existente pueda oficiar de eje dinámico de un “modelo de acumulación con inclusión social”.
Es necesario entonces avanzar en la elaboración de un plan de desarrollo industrial que sustente una expansión sectorial asociada a un nuevo perfil de especialización y de inserción internacional, a partir de sectores cuya competitividad no dependa exclusivamente del nivel del tipo de cambio y de bajos salarios a escala mundial. Ello implicaría avanzar en la conformación de un esquema de alianzas con aquellos sectores consustanciados con la reindustrialización y la redistribución del ingreso, lo cual supone, a su vez, asumir las dificultades derivadas de enfrentar en los campos económico y político-ideológico a actores poderosos. Estas dificultades son importantes, pero no son ni más serias ni más riesgosas que las que se desprenderían de no hacerlo, o de llevar a cabo una estrategia de conciliación de intereses que profundizaría el cuadro de subdesarrollo nacional iniciado en 1976.
1. En los años recientes se han instrumentado algunas medidas puntuales hacia la industria, por lo general con escasa coordinación y sesgos manifiestos en su aplicación efectiva. Ver D. Azpiazu y M. Schorr, Hecho en Argentina. Industria y economía, 1976-2007, Siglo XXI Editores, 2010.
2. Ver D. Azpiazu y M. Schorr, “La difícil reversión de los legados del neoliberalismo. La recuperación industrial en Argentina en la posconvertibilidad”, Nueva Sociedad, Nº 225, enero-febrero 2010.
3. En los dos últimos casos a favor de sendos regímenes especiales de promoción.
4. De allí que en la posconvertibilidad se hayan incrementado los niveles de concentración y extranjerización prevalecientes en la industria. Ver P. Manzanelli y M. Schorr, “La extranjerización de la industria argentina en la posconvertibilidad”, Problemas del Desarrollo, en prensa.
5. La implementación de restricciones cuantitativas de importación (licencias no automáticas) que involucran a diversos productos industriales sólo puede ser considerada como una medida de coyuntura que no soslaya la necesidad de desplegar políticas activas.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur



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