domingo, 26 de febrero de 2012

La compañía del tren siniestrado niega que el maquinista avisara del fallo en los frenos


La compañía concesionaria Trenes de Buenos Aires (TBA) negó este domingo que el maquinista del 'expreso de la muerte', Marcos Antonio Córdoba, haya avisado a tiempo a la torre de control que tenía problemas de frenos y, pese a ello sus superiores, le ordenaran "sigue, sigue, sigue", provocando el choque del pasado miércoles en la estación terminal Once que causó 51 muertos y 703 heridos.
En abono de esa versión de la empresa se filtró a algunos medios de comunicación la supuesta caja negra del tren número 3772, en viaje entre las estaciones Moreno y Once, donde están grabadas las conversaciones. Ese registro será sometido a pericias por la Justicia para determinar si es auténtico y contiene toda la comunicación producida en el viaje o fue editado.

La grabación

Hacia el minuto 15 de los 18 que en total contiene la grabación, puede oírse el siguiente audio que corresponde a segundos después del choque:
-¡Control, control!.
-¡Atento 72!.
- Atento Oscar, Oscar Giardinelli ¿estás en Once? Oscar, no repongas nada, no repongan corriente. Atento, manden inspector urgente a Once.
- No te repongo, ahí te mando al inspector.
- ¡Urgente, urgente, urgente por favor!
- Control, mándame la ambulancia y los bomberos urgente a la plataforma dos.
-¿A qué plataforma Oscar? Ahí te mando todo Oscar, ahí te mando todo.
- Habla el guarda acá del anden dos, hay una señora que cayó y está muy lesionada, acá, en el andén dos, por favor, emergencia. Que manden un doctor. Mandame policía y bomberos urgente, por favor.
-¿Cómo estás vos y el conductor? A ver, contame 72. Contame, ya tengo todo pedido el servicio.
-Atento Oscar Giardinelli, ¿me copiás Oscar? Fijate cómo está el conductor, fijate por favor. (Fin del audio)
TBA emitió un comunicado a su personal asegurando que el tren"cumplió el trayecto sin que se verifiquen o comuniquen anomalías hasta su impacto en la estación Once". También indicó que "la lectura de las desaceleraciones y frenado" en las trece estaciones del trayecto "resultan normales", así como las comunicaciones "no contienen novedad alguna emitida desde la posición del conductor referente a fallos en el sistema de frenos o en cualquier otro dispositivo del tren".
Las versiones de Córdoba y su empresa apuntan a un "fallo técnico" del sistema de frenos y a un "error humano" del maquinista, respectivamente.Esa contradicción resulta crucial de cara a atribuir responsabilidades penales a cada uno de los actores del accidente y las ulteriores responsabilidades civiles, con millonarias indemnizaciones a las víctimas y sus familias.

Sanciones a los trabajadores

Mientras tanto, los delegados sindicales de la línea Sarmiento en que ocurrió la tragedia, han denunciado que TBA sancionaba a los trabajadores que se negaban a operar locomotoras y vagones en mal estado. Por ejemplo, el 14 de febrero pasado TBA castigó a un guarda que no autorizó la salida de un tren porque sus puertas no cerraban y tenía el piso y ventanas rotas.
"El objeto de esta sanción disciplinaria es que Ud. reflexione sobre las consecuencias que generan este tipo de actitudes, evitando su reiteración en el futuro. Asimismo queda usted notificado que en caso de reincidencia en conductas similares será objeto de sanción disciplinaria de mayor gravedad", notificó la empresa al guarda, según publicó el diario La Nación.
La Defensoría del Pueblo recomendó el sábado al Gobierno nacional que rescinda la concesión del ferrocarril en las líneas Sarmiento y Mitre a Trenes de Buenos Aires, de la familia Cirigliano.
Transcurridos ya cuatro días de la tragedia que enluta a Argentina, la presidenta peronista Cristina Fernández sigue sin aparecer ni hablar en público. Se marchó el viernes a la villa patagónica El Calafate para descansar en su chalé. Sólo emitió un comunicado de condolencias. El silencio presidencial contrasta con su uso frecuente de la cadena nacional para hablar de intrascendencias. Por ejemplo aquella vez que promocionó el consumo de cerdo porque su carne, aseguró, es afrodisíaca y "mejor que el Viagra".

La guerra de Siria deja otros 94 muertos


El Observatorio Sirio de Derechos Humanos afirma que entre los fallecidos de ayer hay 68 civiles y 33 soldados del gobierno de El Asad

La Cruz Roja frena la evacuación de heridos del foco rebelde de Homs al atascarse la negociación en la que mediaba entre el régimen y la oposición


La guerra en Siria, que enfrenta al Gobierno de Bachar El Asad con un movimiento de oposición civil, dejó ayer, sábado, 94 muertos más a lo largo de todo el país, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Otro punto negro de la jornada fue el bloqueo de las negociaciones de la Cruz Roja y la Media Luna Roja con el régimen sirio para evacuar heridos, mujeres y niños de la ciudad rebelde de Homs, y más específicamente del barrio de Baba Amro, muy azotado por las fuerzas oficiales al concentrar un importante núcleo de resistencia.
El Observatorio asegura que entre los fallecidos de ayer hay al menos 68 civiles y 33 miembros de las fuerzas armadas. En Homs, según el desglose de la ONG siria, perdieron la vida 24 civiles, además de otros ocho que cayeron en los alrededores de la localidad.
Los 33 soldados abatidos se reparten, según el Observatorio, por distintos puntos del país en los que hubo combates entre el Ejército, leal al presidente El Asad, y desertores unidos a la rebelión ciudadana.
Por otro lado, en Homs, objetivo principal de los ataques militares contra la insurgencia, se atascaron ayer las negociaciones a tres bandas entre ONG internacionales (Cruz Roja y Media Luna Roja), el Gobierno y los rebeldes para acordar la manera de que las entidades no gubernamentales puedan sacar de esta ciudad sitiada a los heridos, a las mujeres y a los niños. El viernes comenzó la salida de gente del barrio de Baba Amro (20 personas: mujeres y niños), pero ayer se taponó esa puerta abierta.
El portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en Siria, Saleh Dabakeh, dijo a EFE que su organización y la Media Luna Roja negociaron todo el día con las autoridades y los grupos opositores, pero "las discusiones no llevaron a ningún resultado concreto". "Esta noche no habrá evacuaciones urgentes", agregó el responsable, que apuntó que los contactos continuarán para "intentar entrar en Baba Amro y salvar la vida de las personas afectadas".
Entre la gente atrapada en el barrio rebelde, se encuentran dos periodistas occidentales heridos, la francesa Edith Bouvier y el británico Paul Conroy. En este mismo lugar pemanecen los cadáveres de dos reporteros extranjeros fallecidos el miércoles pasado, la periodista estadounidense Marie Colvin y el fotógrafo francés Rémi Ochlik.

El año de todos los peligros


TENSIONES AL ROJO VIVO EN EL GOLFO PÉRSICO


Por Ignacio Ramonet*

Una peligrosa escalada belicista coloca al Golfo Pérsico como principal amenaza geopolítico del año. Un ataque contra Irán derivaría en un conflicto regional. 

Será 2012 el año del fin del mundo? Es lo que vaticina una leyenda maya que incluso le pone fecha exacta al Apocalipsis: el 12 de diciembre próximo (12-12-12). En todo caso, en un contexto europeo de recesión económica y de grave crisis financiera y social, los riesgos no escasearán este año, que verá además elecciones decisivas en Estados Unidos, Rusia, Francia, México y Venezuela.
Pero el principal peligro geopolítico seguirá situándose en el Golfo Pérsico.¿Lanzarán Israel y Estados Unidos el anunciado ataque militar contra las instalaciones nucleares iraníes? El gobierno de Teherán reivindica su derecho a disponer de energía nuclear civil. Y el presidente Mahmud Ahmadinejad ha repetido que el objetivo de su programa no es en absoluto militar; que su finalidad es simplemente producir energía eléctrica de origen nuclear. También recuerda que Irán firmó y ratificó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), mientras que Israel nunca lo hizo.
Por su parte, las autoridades israelíes piensan que no se debe esperar más. Según ellas, se acerca peligrosamente el momento en que el régimen de los ayatolás dispondrá del arma atómica, y a partir de ese instante ya no se podrá hacer nada. El equilibrio de fuerzas en Medio Oriente se habrá roto, e Israel ya no gozará de una incontestable supremacía militar en la región. El gobierno de Benjamín Netanyahu estima que, en esas circunstancias, la existencia misma del Estado judío estaría amenazada.
Según los estrategas israelíes, el momento actual es tanto más propicio para golpear cuanto que Irán se encuentra debilitado. Tanto en el ámbito económico, a causa de las sanciones impuestas desde 2007 por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas –basadas en informes alarmantes de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AEIA)–, como en el contexto geopolítico regional, porque su principal aliado, Siria, a causa de la violenta insurrección interna, se halla imposibilitado de prestarle una eventual ayuda. Y esta incapacidad de Damasco repercute en otro socio local iraní, el Hezbollah libanés, cuyas líneas de aprovisionamiento militar desde Teherán han dejado de ser fiables.
Por estas razones, Israel desea que el ataque se lleve a cabo cuanto antes. En aras de preparar el bombardeo, ya hay infiltrados en Irán, efectivos de las fuerzas especiales. Y es muy probable que agentes israelíes hayan concebido los atentados que, estos dos últimos años, causaron la muerte de cinco importantes científicos nucleares iraníes.



Consecuencias militares y económicas

Aunque Washington también acusa a Teherán de estar llevando a cabo un programa nuclear clandestino para dotarse del arma atómica, su análisis a propósito de la oportunidad del ataque es diferente. Estados Unidos está saliendo de dos decenios de guerras en esa región, y el balance no es halagador. Irak ha sido un desastre y ha quedado finalmente en manos de la mayoría chiita, la cual simpatiza con Teherán... En cuanto al lodazal afgano, las fuerzas estadounidenses se han mostrado incapaces de vencer a los talibanes, con los cuales la diplomacia estadounidense ha tenido que resignarse a negociar antes de abandonar pronto el país a su destino.
Estos costosos conflictos han debilitado a Estados Unidos y revelado a los ojos del mundo los límites de su potencia y su incipiente declive histórico. No es hora de nuevas aventuras. Menos en un año electoral en el que el presidente saliente, Barack Obama, no tiene la certeza de ser reelegido. Y cuando todos los recursos están siendo movilizados para combatir la crisis y reducir el desempleo.
Por otra parte, Washington está tratando de cambiar su imagen en el mundo árabe-musulmán, sobre todo después de las insurrecciones de la “primavera árabe” del año pasado. De cómplice de dictadores –en particular del tunecino Zine el Abidine Ben Ali y del egipcio Hosni Mubarak–, desea ahora aparecer como mecenas de las nuevas democracias árabes. Una agresión militar contra Irán, en colaboración además con Israel, arruinaría esos esfuerzos y despertaría el antinorteamericanismo latente en muchos países. Sobre todo en aquellos cuyos nuevos gobiernos, precisamente surgidos de las revueltas populares, están dirigidos por islamistas moderados.
Una importante consideración complementaria: el ataque contra Irán tendría consecuencias no sólo militares (no se puede descartar que algunos misiles balísticos iraníes alcancen el territorio israelí o consigan golpear las bases estadounidenses de Kuwait, Bahrein u Omán) sino, sobre todo, económicas. La réplica mínima de Irán a un bombardeo de sus sitios nucleares consistiría, como sus responsables militares no cesan de prevenir, en el bloqueo del estrecho de Ormuz. Cerrojo del Golfo Pérsico, por él pasa un tercio del petróleo del mundo y unos 17 millones de barriles de crudo cada día. Sin ese aprovisionamiento, los precios de los hidrocarburos alcanzarían niveles insoportables, lo cual impediría la reactivación de la economía mundial y la salida de la recesión.
El Estado Mayor iraní afirma que “nada es más fácil de cerrar que ese estrecho”, y multiplica las maniobras navales en la zona para demostrar que está en condiciones de llevar a cabo sus amenazas. Washington ha respondido que el bloqueo de la vía estratégica de Ormuz sería considerado como una “causa de guerra”, y ha reforzado su V Flota, que navega por el Golfo.
Es muy improbable que Irán tome la iniciativa de ocluir el paso de Ormuz (aunque siempre podría intentarlo en represalias a una agresión). En primer lugar porque se daría un tiro en un pie, ya que exporta su propio petróleo por esa vía, y los recursos de esas exportaciones le son vitales. En segundo lugar, porque dañaría a algunos de sus principales socios, quienes lo apoyan en su conflicto con Estados Unidos. Fundamentalmente China, cuyas importaciones de petróleo, que alcanzan un 15%, proceden de Irán; su eventual interrupción paralizaría parte de su aparato productivo.
Las tensiones están pues al rojo vivo. Las cancillerías del mundo observan minuto a minuto una peligrosa escalada que puede desembocar en un gran conflicto regional. Se verían implicados en él no sólo Israel, Estados Unidos e Irán, sino también tres otras potencias de Medio Oriente: Turquía, cuyas ambiciones en la región vuelven a ser considerables; Arabia Saudita, que sueña desde hace decenios con ver destruido a su gran rival islámico chiita; e Irak, que podría romperse en dos partes, una chiita proiraní, y otra sunnita prooccidental.
Asimismo, un bombardeo de los sitios nucleares iraníes causaría una nube radiactiva nefasta para la salud de todas las poblaciones de la zona (incluidos los miles de militares estadounidenses y los habitantes de Israel). Todo ello conduce a pensar que si los belicistas están alzando con fuerza la voz, el tiempo de la diplomacia aún no ha terminado.
* Director de Le Monde diplomatique, edición española.

lunes, 13 de febrero de 2012

Relaciones peligrosas


LOS VÍNCULOS ENTRE CLARÍN Y EL PODER POLÍTICO


Por Graciela Mochkofsky*

Desde sus inicios, pero sobre todo desde la creación de Papel Prensa, Clarín fue ganando peso económico e influencia política a través de relaciones de presión con los diferentes gobiernos. Hoy, en pleno debate por la intervención de Cablevisión y la ley que regula la producción de papel de diario, esa forma de construir poder está en crisis.


a urgencia con que el nuevo Congreso, dominado por el kirchnerismo en su tercer período de gobierno, sancionó la ley sobre Papel Prensa; su coincidencia con la intervención judicial a Cablevisión, y otras escaramuzas recientes contra el Grupo Clarín confirman no sólo que esa guerra continúa sino que un modelo de relación entre prensa y poder político parece agotado.
Éste es un modelo repetido en diversos países a lo largo de la historia de los medios de comunicación en manos privadas; basta pensar en el ejemplo contemporáneo del imperio Murdoch en Gran Bretaña. Consiste en quebrar clandestinamente las reglas no escritas del juego, según las cuales los medios obtienen y transmiten información con sus mejores esfuerzos y de forma honesta (es decir, no sometida a influencias interesadas), y establecer en su lugar negociaciones tras bambalinas con los poderes económicos, sociales o políticos –en la Argentina, típicamente, el gobierno de turno, pero no en forma exclusiva–, en las que el medio ofrece cierto control sobre la información que brinda a su audiencia a cambio de beneficios económicos o estratégicos. Es un modelo que se retroalimenta: cuanto más crece el medio en términos económicos y estratégicos gracias a estas ventajas obtenidas por la puerta trasera, mayores son su peso y su capacidad de poner condiciones a los demás actores relevantes, sean los específicos de la industria (avisadores, distribuidores, fuentes de información, incluso competidores) o, cada vez más, aquellos que pueden concederle esas ventajas (otra vez, típicamente, el gobierno).
Con la aplicación de este “modelo”, que imperó durante al menos los últimos treinta años en el país, Clarín –no el único medio o periodista que lo practicó, pero sí el que lo hizo más decidida y eficientemente–, se convirtió no sólo en uno de los principales grupos económicos, sino en uno de los virtuales factores de poder del país, lo que fue, desde siempre, uno de sus objetivos.
La desmesura de este propósito –que a quienes conducen Clarín les parece natural: Héctor Magnetto ha dicho en privado, con fastidio y sensación de incomprensión, que por lo mismo que en otros países se aplaude como habilidad empresarial “aquí te critican porque te querés quedar con todo”– tiene un comienzo, un desarrollo y, ahora, posiblemente un final.

Comienzo

La creación de la sociedad Papel Prensa, a instancias de la Junta militar (1976-1983), fue el primer paso hacia el multimedios que hoy se engloba bajo el nombre Clarín. El acuerdo del régimen con tres diarios (Clarín, La Nación y La Razón) para compartir la propiedad de la planta papelera dio a estos una posición enormemente ventajosa sobre su competencia. A Clarín le permitió, durante tres décadas, beneficiarse con un precio más bajo (era el mayor consumidor, por su gran tirada) y la cantidad que quisiera de papel, insumo esencial y uno de los factores de mayor peso sobre las finanzas de un diario, y controlar además el precio y los cupos que obtenían los demás diarios, para los que importar del exterior era muchas veces imposible por falta de avales y de dinero. Con Papel Prensa, Clarín ya no dependería de cupos de importación ni de los vaivenes del tipo de cambio, como les había ocurrido (a todos) hasta entonces.
Papel Prensa fue la primera fábrica de papel de diario nacional. Fue también el primer acto empresarial del joven Magnetto, que logró ganarse la confianza de la dueña, Ernestina Herrera de Noble, al triunfar este proyecto. Seis años después era el hombre fuerte de Clarín, secundando a la viuda.
Testimonios de protagonistas fundamentales del acuerdo, que son parte de mi libro Pecado Original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder, revelaron que la venta de Papel Prensa a los diarios fue una iniciativa de la Junta militar. Después de este acuerdo, pero también antes, Clarín fue acrítico de la dictadura que utilizaba el terror contra un sector amplio de la población; sólo se permitió disentir –primero tímida, luego más enfáticamente– con el plan económico liberal de Martínez de Hoz. Nada dijo de lo demás –excepto para expresar su apoyo– hasta que los militares ya estaban de salida.
Con Raúl Alfonsín, el primer presidente constitucional tras medio siglo de golpes militares y proscripciones, la relación fue más tensa. Clarín quería de él tres cosas: la derogación del inciso “e” del artículo 45 de la Ley de Radiodifusión aprobada por la dictadura, que impedía a una empresa dueña de un diario poseer a la vez una licencia de radio o de televisión; allanado este obstáculo, quería las licencias, respectivamente, de una estación de radio y de un canal de televisión.
Clarín pidió esto a Alfonsín una y otra vez, y, al no obtenerlo, lo presionó de todos los modos que pudo: públicamente, desde el diario y desde asociaciones empresarias que controlaba; en privado, en reuniones con miembros del gobierno, incluso en los desayunos y comidas anuales con el Presidente. Y, por supuesto, con el sesgo de la información que publicaba.
Varias escenas de esos años, ya olvidadas por la mayoría de quienes las vivieron, son sorprendentemente similares a otras actuales. Alfonsín condenó a Clarín públicamente por jugar un rol de “opositor” a su gobierno; amenazó con impulsar en el Congreso un proyecto de ley de medios (de hecho, presentó un proyecto que creaba un Consejo Nacional de Radiodifusión, según el cual los dueños de medios gráficos podrían acceder a licencias de radio y televisión “si se resguarda la libertad de expresión o el pluralismo infomativo en la zona de cobertura”, al que Clarín se opuso y que no fue aprobado); envió a un grupo de inspectores de la Dirección General Impositiva, predecesora de la actual AFIP, a instalarse en Clarín y revisar cada transacción y documento –el grupo permaneció en el periódico… durante tres años–. Magnetto llegó a denunciar que agentes de la SIDE seguían sus movimientos (era cierto). En respuesta, el diario hizo coberturas ferozmente opositoras (no sólo críticas), en especial a partir de 1987. Alfonsín interpretó la cobertura de la crisis económica y social que estalló en 1987 como parte de una maniobra destituyente.

Desarrollo

Clarín no logró lo que quería de Alfonsín. Decidió adquirir Radio Mitre mediante testaferros y no obtuvo Canal 13, que siguió en manos del Estado. En 1988, Magnetto habló con el precandidato peronista Antonio Cafiero, quien accedió a que, si ganaba la presidencia, Clarín tendría un canal. Clarín, como contrapartida, lo apoyó decididamente en las elecciones internas de su partido. Para sorpresa de muchos, Cafiero perdió ante Carlos Menem, el pintoresco gobernador de La Rioja al que muy pocos –y Magnetto no estaba entre ellos– se habían tomado en serio hasta ese momento.
En este punto, Magnetto decidió asegurarse y se dirigió a todos los candidatos que competirían en las presidenciales del 89 para comunicarles los deseos de Clarín. Menem, persuadido por dos de sus principales asesores, su hermano Eduardo y el mendocino Eduardo Bauzá, de que le convenía tener a la prensa de su lado, envió a Clarín la promesa de que, si ganaba las presidenciales, derogaría el artículo 45 y privatizaría los canales y radios estatales. El 14 de mayo de 1989, en medio de hiperinflación, saqueos populares a comercios y supermercados y caos financiero, Menem ganó las elecciones anticipadas con el 47 por ciento de los votos. El 12 de junio, invitó a Magnetto a su residencia de gobernador en La Rioja. Sin rodeos, le confirmó que privatizaría los canales; le interesaba que Clarín participara.
Esa noche, con la moneda en caída libre, estado de sitio y un nivel récord de pobreza, el presidente comunicó al país su dramática renuncia. Era el peor momento de la joven democracia, y el comienzo de una era dorada para Clarín.
Durante las dos presidencias de Menem, Clarín se convirtió en el multimedios que es hoy. Compró Canal 13, blanqueó la propiedad de Radio Mitre, construyó Multicanal con la adquisición de cientos de canales de cable de todo el país, se convirtió en el dueño exclusivo de la transmisión por TV de los partidos de fútbol de Primera División, entre otras empresas –de telefonía celular, espectáculos, etc.–. Se convirtió en un eficaz lobista ante el Congreso, la justicia, la clase política.
En 1992, cuando le preguntaron si se arrepentía de algo, a Menem sólo le vino a la mente haber permitido, con la derogación del artículo 45, que Clarín se convirtiera en multimedios. Para entonces, Menem veía a Clarín no sólo como un adversario político, sino como un grupo de desagradecidos; había confiado en que, a cambio de aquella medida, el diario se mantuviera como su aliado. Pero Clarín –que había adquirido una nueva fuerza, que le permitía sentarse a la mesa de negociaciones con otro peso– pasó de un tibio apoyo a una cobertura crecientemente crítica, en especial de la política económica y de la corrupción, en buena parte impulsado por el éxito de Página/12, un competidor inesperado, independiente y todavía pequeño pero en rápido crecimiento, que, sin atenerse al “modelo”, había inaugurado en esta etapa las investigaciones sobre negociados con fondos públicos.
Cuando advirtió el cambio, Menem decidió combatir a Clarín con la implacable lógica del mercado, que era la marca de su gobierno: alentó la competencia. Impulsó el crecimiento del CEI, improvisado grupo económico que se lanzó a comprar canales de TV y radios nacionales y del interior. Por un momento –aterrador para la cúpula de Clarín–, llegó a ser el más grande del país. Pero su avance se detuvo tan súbitamente como había arrancado, al deshacerse la ilusión de un tercer gobierno consecutivo de Menem, proyecto al que estaba inextricablemente ligado.
Durante el medio mandato de Fernando de la Rúa, no hubo tiempo para mucho. Clarín obtuvo algunos beneficios por los que presionó –ventajas impositivas, la desregulación de la venta de diarios y revistas, entre otros—, pero no llegó a conseguir lo que más le importaba: nuevas repetidoras para multiplicar el alcance de Canal 13. Como al resto de los dirigentes políticos, a los delarruistas les molestaba la prepotencia de los ejecutivos y lobistas de Clarín, que llegaron a enviarles con un motociclista, un viernes por la tarde, el texto del decreto que querían que el Presidente firmara.
La crisis de diciembre de 2001 amenazó con devorar a Clarín. Para sobrevivir mientras renegociaba su deuda en dólares con acreedores externos, logró –con un lobby “intenso”, según admitió uno de los negociadores del grupo– que el presidente interino Eduardo Duhalde y legisladores del oficialismo y la oposición en el Congreso sancionaran una ley de cram down, que impedía que acreedores externos se quedaran con empresas argentinas declaradas en quiebra. La ley fue derogada por presión del FMI, pero Clarín logró que se sancionara otra con el mismo objetivo –llamada “de bienes culturales”–, aun más a su medida que la anterior.

Final

Con la excepción de esta presidencia de transición, la lucha de poder entre Clarín y los gobiernos democráticos había transitado un crescendo. Con Néstor Kirchner, alcanzó su apoteosis.
Pero no de inmediato. Kirchner llegó al gobierno con un apoyo social minúsculo. Enseguida trazó una línea entre aliados y enemigos en la prensa: concedió a unos el acceso a la información y primicias, y retribuyó a los otros con silencio informativo y una confrontación pública en la que los señaló como opositores políticos. Desde el momento inaugural de su mandato, el adversario fue La Nación, que quedó excluido del plan informativo del gobierno –de por sí, tremendamente restrictivo–. Al mismo tiempo, Kirchner eligió a Clarín como aliado. Como sus predecesores, Kirchner creía que el “buen trato” a Clarín le garantizaría su apoyo.
Pero Kirchner fue más lejos: se fascinó genuinamente con Magnetto. Había entre ellos un entendimiento natural. Durante cuatro años se reunieron –almuerzos en Olivos, cafés en Casa de Gobierno–, compartieron ideas sobre el país y hablaron de negocios. Clarín apoyó las principales medidas del Gobierno y –casi hasta el final del período– se abstuvo de criticarlo en todo lo significativo. Magnetto obtuvo de Kirchner, entre otras cosas, la aprobación para la fusión de Multicanal y Cablevisión y la promesa de la adquisición de una parte de Telecom.
Cristina Kirchner no llevaba cien días en el gobierno cuando se produjo la ruptura, por razones que detallo en Pecado Original. Clarín se alineó con la llamada protesta “del campo”; en respuesta, los Kirchner abrieron un frente de batalla tras otro, apuntaron a dañar a Clarín en sus negocios e intereses directos: le quitaron la exclusividad de la transmisión de los partidos de fútbol, impulsaron una nueva ley de medios que ataca la concentración de propiedades de Clarín, declararon caduca la licencia de Fibertel, enviaron al diario un batallón de agentes de la AFIP, etc. Hasta intentaron meter preso a Magnetto, acusándolo de haber participado del secuestro y torturas de la familia Graiver, a la que los diarios y la dictadura compraron (quitaron, según la denuncia) Papel Prensa. En medio de los mandobles, sin embargo, Néstor Kirchner intentó varias veces negociar una tregua. En vano.
Ésta era la situación cuando Kirchner murió súbitamente. Parecía que Clarín había ganado: el día de luto nacional la Bolsa premió al Grupo con una suba espectacular del 49% en sus acciones. En el año subsiguiente, la mayoría de las demandas contra Clarín fueron demoradas en los tribunales y la Presidenta bajó el tono del enfrentamiento público.
Pero aquella celebración anticipada fue un error. Porque, mientras su marido mantuvo abierta siempre la esperanza de una reconciliación, la Presidenta jamás compartió su entusiasmo por el Grupo. “Ustedes son unos tarados que creen en Clarín”, reprochó alguna vez en privado a su marido y a su entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Forzada a participar de comidas con representantes de la empresa en Olivos, se atuvo siempre a un rol estrictamente protocolar. La muerte de su marido no ha hecho sino añadir un cariz todavía más personal al enfrentamiento.
Antes de que se cumpliera un mes de su segundo mandato, la Presidenta logró (sin dificultad, con un Congreso abrumadoramente favorable) la sanción de la nueva ley sobre Papel Prensa. No cabe duda sobre su intención: dañar a Clarín, quitándole el control sobre la producción de papel de diario. La ley declara de interés público la producción de este insumo, ordena la distribución equitativa entre todos los periódicos del país, prevé una mayor participación accionaria del Estado en la papelera y un aumento de la producción hasta que llegue a abastecer toda la demanda nacional.
Los críticos de la ley sostienen que en su espíritu se esconde la decisión de prohibir o limitar la importación de papel cuando se llegue al punto de autoabastecimiento. Es posible; sería compatible con el programa de sustitución de importaciones que lleva adelante el gobierno en otras áreas, y el Ministerio de Economía ya fijó la cantidad de papel que deberá ser importado en 2012 (20.000 toneladas). Los voceros del Grupo Clarín y de La Nación aseguran además que la nueva ley sería peligrosa en manos de una dictadura o de un gobierno autoritario, porque le daría el control sobre el insumo básico de un diario, con el que podría ahogar las voces críticas. El problema con este argumento, en el contexto actual, es que la situación que se quiere preservar es la que creó la última dictadura, de la que los accionistas privados de Papel Prensa no fueron críticos, sino socios.
La intervención de un juez mendocino en Cablevisión, a pedido del grupo de medios Vila-Manzano –antes enfrentado con el kirchnerismo, ahora aliado–, parece una ofensiva destinada a lograr por otros medios lo que un amparo judicial contra la ley de medios por ahora impide: que Clarín se deshaga de muchas de sus empresas, en especial las de la TV por cable, que son, con mucho, la principal fuente de ganancia del grupo.
Poco después del triunfo de Cristina en las primarias de agosto, que prenunció su cómoda reelección de octubre, un ejecutivo de Clarín me confió, con profundas ojeras, que esperaban lo peor: la enemistad de la Presidenta sólo había crecido y nadie veía una salida negociada. La pelea por la supervivencia sería cruenta. ¿Cómo resistir cuatro años más?
La respuesta parece descansar más en las decisiones que tomen los accionistas de Clarín que en un improbable cambio de posición del Gobierno, que parece haber aprendido, al cabo de la experiencia de treinta años de democracia y de sus propias peripecias, que el juego de la concesión y el chantaje sólo beneficia al Grupo. Clarín ha visto disminuir su prestigio, su dinero y su influencia. ¿Cambiará para sobrevivir? ¿Aceptará lo que parece el resultado claro del enfrentamiento: que el modelo en que basó durante décadas su relación con el poder político ha terminado?
Tal vez los actuales dueños –Ernestina Herrera de Noble, Héctor Magnetto y, en porcentajes más pequeños, José Aranda y Lucio Pagliaro– ya no puedan o no quieran retroceder. Entonces, será tarea de la siguiente generación –sobre todo de Marcela y Felipe Noble, que han estado en el centro de la controversia con el Gobierno– descubrir un nuevo modelo de crecimiento, o supervivencia, para Clarín.
* Periodista, codirectora de www.elpuercoespin.com.ar. Su último libro es Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder, Planeta, Buenos Aires, 2011.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

Así es Capriles Radonski, el hombre que espera derrotar a Hugo Chávez


Juan Paullier
BBC Mundo, Caracas

Henrique Capriles Radonski es desde este 12 de febrero el nombre de una ilusión para millones de venezolanos. Representa la esperanza de muchos de los que no quieren que el presidente Hugo Chávez permanezca en el poder.
El gobernador del estado Miranda, que incluye partes de Caracas y es el segundo más poblado del país, fue a los 39 años el más joven en participar en las primarias opositoras celebradas el domingo.

Su juventud siempre ha marcado su historial. No cumplió 40 y ya fue vicepresidente del Congreso, alcalde y gobernador.
Con 25 años, en 1998, fue electo diputado por el antiguo Congreso venezolano, un récord.
Se jacta de nunca haber perdido una elección y tras confirmar su racha este domingo, tendrá en menos de ocho meses el mayor desafío de su vida: derrotar a Chávez en las elecciones presidenciales del 7 de octubre.

Sin confrontar


Capriles proviene de una familia acomodada, dueña de una cadena de cines y otros negocios.
Sin embargo, pese a las críticas desde algunos sectores por su origen social, Capriles, señalan sus partidarios, sabe cómo hablar el "lenguaje del pueblo", sabe cómo mezclarse y sabe que para tener chances de imponerse en comicios necesita llegar a todas las capas de la sociedad.
Como gobernador recorre los barrios con asiduidad. Quedó marcada la imagen de Capriles con el agua hasta la cintura empapándose de la situación de los afectados por las intensas lluvias de fines de 2010.
Fue un contraste con la de Chávez que visitó la zona desde un helicóptero.
Capriles, dirigente del partido Primero Justicia, busca evitar el lenguaje de la confrontación y el radicalismo que muchos críticos del gobierno consideran que Chávez promueve constantemente, y que también es una bandera de algunos sectores de la oposición.

Prefiere la moderación, raramente nombra o ataca a Chávez directamente. Y aunque sí cuestiona muchas de sus políticas, suele repetir que Venezuela –un país que se ha tenido que acostumbrar a las continuas y extensas cadenas presidenciales– precisa alguien que hable menos y trabaje más.
"Pretendo ser un presidente que hable mucho menos, que no invada la vida de los venezolanos todos los días, que no se crea imprescindible", dijo la semana pasada en un encuentro con la prensa extranjera en Caracas.
Busca también dejar atrás las divisiones que aquejan desde hace años a la sociedad: "no hay chavistas y escuálidos (término despectivo que usa Chávez para referirse a los opositores). Somos todos venezolanos", ha asegurado.
El candidato también ha sabido estar inmerso en polémicas.
Mientras se desempeñaba como alcalde de un municipio caraqueño ocurrió el golpe de Estado que durante 48 horas en abril de 2002 sacó a Chávez del poder.
Capriles concurrió a la embajada de Cuba, que se encontraba en el municipio del cual tenía jurisdicción, a mediar, según dijo, pues se había corrido el rumor de que el entonces vicepresidente, Diosdado Cabello, se encontraba allí.
La Fiscalía lo acusó de ingresar a la embajada sin autorización y violar principios internacionales. Terminó encarcelado durante cuatro meses y tiempo después fue absuelto. Por ese hecho fue juzgado cuatro veces.

"Centroizquierdista"

Se autodefine como "centroizquierdista" e insiste con que su modelo es el "Brasil de Lula". De hecho, de ahí tomó una de sus principales políticas en Miranda: el Plan Hambre Cero, que proporciona alimentos, vivienda y educación a familias en situación de pobreza.
Aliento a la inversion, garantías jurídicas y el ojo en el crecimiento pero con la bandera de la justicia social en alto: esa es su concepción de gobierno.
En materia petrolera, eje de la economía venezolana, se deslumbra con el modelo noruego: "utilizar el petróleo para no depender del petróleo, hay que diversificar la economía".
Y asegura que de ganar en octubre mantendrá las populares "misiones", los programas sociales de Chávez.
Capriles dice que lo importante no sólo es el cambio en la Presidencia, sino introducir un nuevo modelo, ya que considera fracasado al actual.
Hugo Chávez, sin embargo, acusó a Capriles -y al resto de precandidatos opositores- de ser los "candidatos de los yanquis" y criticó sus planteos de campaña: "andan en un show. Lo que hacen es que un grupo de tecnócratas hablan por ellos", señaló el presidente.

Un candidato soltero

A los 39 se mantiene soltero. Un hecho que se convirtió en tema de campaña.
En público, y en tono de broma, le pidió a la mujer del exprecandidato Leopoldo López que le consiguiera una esposa y luego debió acostumbrarse a que le preguntaran una y otra vez . Algunos medios incluso hicieron sondeos entre la gente para que le eligieran novia.
"Creo en la familia y ya me tocará a mí. Lo importante es que sepan los venezolanos que soy un constructor de la familia", ha dicho el candidato.
El católico Capriles se tiene mucha fe para derrotar a Chávez el 7 de octubre: "aquel caballo (Chávez) está cansado, éste está lleno de energía. Vamos a ver quién aguanta estos siete meses".



miércoles, 8 de febrero de 2012

Tensiones en el Sahara Occidental


OCUPACIÓN Y RESISTENCIA


Por Olivier Quarante*

En el Sahara Occidental, último territorio no autónomo de África según la ONU, se ha radicalizado el conflicto entre los marroquíes y los saharauis, que rechazan la ocupación marroquí.

akala es uno de esos barrios que, surgidos de la nada en los dos o tres últimos años, le dieron a Dajla, en el extremo sur del Sahara Occidental y en los confines de Mauritania, un aspecto de ciudad en plena expansión. Aquí, como en el conjunto de este vasto territorio anexado por Marruecos desde 1975, pero reivindicado por el Frente Polisario (ver recuadro), es difícil desplazarse sin despertar sospechas. Policías de la Seguridad Nacional y elementos de las Fuerzas Armadas reales son omnipresentes. “¡Todas esas fuerzas de seguridad son la peste! Por cada policía uniformado, hay diez de civil”, se indigna un residente extranjero que, al igual que muchos de nuestros interlocutores, desea mantener el anonimato.
Un rápido recorrido en automóvil por Wakala permite comprobar que las huellas de los últimos episodios de violencia, que estallaron a fines de septiembre pasado, ya desaparecieron. “La wilaya [división administrativa] se apuró a limpiar todo, a despejar todo”, cuenta Sidi (1), un saharaui de unos cuarenta años. Las autoridades locales, que se someten a su estrategia de “normalización”, evocan en cada uno de sus comunicados una ciudad “apacible y serena”. Pero estos enfrentamientos, asegura Sidi, siguen presentes en la memoria de todos y en todas las discusiones.
El 25 de septiembre pasado, al término de un partido de fútbol, “se produjeron altercados entre hinchas de ambos equipos –cuenta el semanario marroquí TelQuel–. Un joven saharaui habría sido agredido por habitantes originarios del norte del país. (...) Jóvenes saharauis corrieron a buscar refuerzos al centro de la ciudad. Se subieron de a decenas a bordo de vehículos todo terreno y se dirigieron al barrio de Wakala” (2). Mohamed, a quien encontramos en el lugar a comienzos de diciembre, confirma esta versión y describe una verdadera batalla: “Los marroquíes eran muchos, probablemente varios cientos –confía, lejos de miradas y oídos indiscretos–. Se nos acercaron. Los policías los dejaron actuar”. Con lujo de detalles, reconstruye sobre el terreno el desarrollo de los enfrentamientos: “Fue como una batalla de otro siglo, con sables”. Él mismo reconoce tener uno y haberlo utilizado “para proteger [a su] familia”. Otra arma se vuelve aún más temible: las 4x4, que no dudan en arremeter contra el bando contrario. “Es el arma secreta de los saharauis, para atrapar a los marroquíes por detrás”, agrega, sonriente. Siete personas encontraron así la muerte, entre ellas dos policías. Sidi piensa en su vecino de unos treinta años que, como muchos otros, fue detenido los días siguientes simplemente por tener una 4x4. “Desde entonces, sigue preso en la cárcel de El Aaiún”, cuenta (3).
Los enfrentamientos se extendieron por toda la ciudad, pero se concentraron en Wakala y sus alrededores, en un vasto terreno cercano al aeropuerto. Este barrio es emblemático de tensiones exacerbadas entre marroquíes (los saharauis hablan más bien de “marroquíes del Norte”) y saharauis (los marroquíes, así como muchos saharauis con quienes nos encontramos, dicen “gente originaria de la región”, “saharianos”, incluso “autóctonos”). El editorialista de TelQuel, Karim Boukhari, califica este conflicto de “bomba Sahara” (4).
En estas casas viven familias que provienen de las villas miseria. Llegaron a comienzos de los años 90, poco después del alto el fuego firmado por el Frente Polisario, cuando se preparaba el referéndum de autodeterminación. Se trataba entonces de asegurar el control del territorio e inflar los padrones electorales para influir en el resultado del escrutinio. Se les dio dinero, así como el terreno y los materiales para construir una casa. “En pocas semanas, ¡las villas miseria habían desaparecido!”, recuerda un europeo.
Una población dividida
Esta política clientelista explica en parte las tensiones actuales. Una ayuda pecuniaria se otorga a los “adherentes” saharauis que abandonan los campamentos de refugiados instalados desde hace treinta y seis años cerca de la ciudad argelina de Tinduf para volver a la “madre patria”, según la terminología del poder marroquí. Se habla también de una “tarjeta de promoción nacional” otorgada a muchos saharauis a cambio de “tareas de interés general” de todo tipo. En resumen, el poder compra a unos y a otros. Pero, en este pequeño juego, la envidia supera la paz social buscada.
El Eldorado que miles de marroquíes encontraron –y que siguen viniendo a buscar– en estas tierras, gracias a la pesca de pulpo, las plantas de procesamiento de pescado, las fábricas de conservas de sardinas y las explotaciones hortícolas, como en esos gigantescos invernaderos que se observan alrededor de Dajla, o incluso en los fosfatos extraídos en Bu Craa, crea también divisiones en el seno de la población. Primero porque la emigración económica a veces se traduce en desengaños. Recientemente, frigoríficos encargados de procesar el pescado realizaron despidos. ¿La causa? La apertura de las aguas del Sahara Occidental, conocidas por su riqueza ictícola, a los inmensos buques europeos y rusos no favorece plenamente el desarrollo del sector (5). Las miles de toneladas pescadas en una sola jornada por la mayoría de los buques escapan totalmente a la industria local. El recurso desembarcado no es valorizado: muchos barcos optan por capturar un tonelaje máximo y transformar su pesca en... harina animal.
Por otra parte, la instalación en el Sahara Occidental de decenas de miles de marroquíes continúa a marcha forzada, dando lugar a la construcción de nuevos barrios en las inmediaciones de El Aaiún o Bojador, lo cual genera fuertes tensiones con la comunidad saharaui. Bachir cuenta: “Tuve que irme a Mauritania para ejercer mi oficio. Aquí, hay gente originaria (sic) y los marroquíes provenientes del norte. Y son estos últimos los que poseen las empresas”. Sidi se pregunta: “¿Por qué los saharauis deberían conformarse con ser simple mano de obra, trabajando doce horas por día por 2.000 dirhams (120 euros) por mes? Lo que quiere la gente de la región es poder explotar los recursos locales. ¿Por qué cualquier marroquí del Norte puede trabajar con los grandes barcos, y no puede hacerlo un saharaui?”. Y concluye: “Tengo la sensación de que Marruecos hace todo para radicalizarnos. Desde el momento en que uno pide explicaciones, en que reclama un derecho, ¡te tratan de separatista, de Polisario!”.
Seiscientos kilómetros al norte, en El Aaiún, el clima también se deterioró considerablemente este último año debido al cruce de esa famosa “línea amarilla” descripta por Sidi. Manifestar para protestar contra la marginación social y económica hace que se pase del estatuto de “buen” saharaui al de apestado. N’habouha ingresó en la segunda categoría desde la desaparición de sus dos hermanos, el 25 de diciembre de 2005. Con trece de sus compañeros habían decidido abandonar ese territorio donde, tras haber participado en manifestaciones saharauis pacíficas, vivían bajo una presión constante y la amenaza de detención. “Es una estrategia del Estado marroquí para incitar a los jóvenes saharauis a emigrar al norte del país –explica Ghalia Jimmi, vicepresidenta de una asociación saharaui de militantes de derechos humanos–. Si se niegan, las autoridades hacen todo lo posible para empujarlos a irse a las Islas Canarias. Lo que tuvieron que hacer seiscientos entre 2005 y 2010”.
Movilización saharaui
Así, el 10 de octubre de 2010, cuando comenzó a circular la información de que había comenzado a formarse un campamento de jaimas (carpas tradicionales nómadas) a unos quince kilómetros al este de El Aaiún, en Gdeim Izik, en medio del desierto, N’habouha, Kadija, Hadia y otras mujeres del grupo no dudaron en sumarse al movimiento, el más grande impulsado por saharauis desde la “marcha verde”, que marcó el comienzo de la anexión marroquí. Para estas mujeres, la voluntad de saber qué sucedió con sus hermanos o sus hijos se suma a un compromiso mayor por la dignidad. Gdeim Izik sería además apodado el “campamento de la dignidad” y considerado por algunos el verdadero punto de partida de la “Primavera Árabe”. Entre el 10 de octubre y el 8 de noviembre de 2010, esta movilización pacífica registraría alrededor de siete mil jaimas y reuniría a unas veinte mil personas. Con la marginación socioeconómica que denuncian los saharauis como telón de fondo.
Luego de unos días de entusiasmo, un importante despliegue de fuerzas de seguridad rodeó el campamento. Se mantuvo un único acceso para controlar mejor las entradas y salidas. El black out mediático y humanitario se organizaba. El 24 de octubre, un chico de 14 años fue asesinado por soldados marroquíes en un control militar. Y en la madrugada del 8 de noviembre se produjo el ataque. “Fue una confusión total, recuerda Leila. Los niños gritaban. Fuimos expulsados del sitio a palazos, con gases lacrimógenos y camiones hidrantes. Más tarde, de regreso a El Aaiún, fui detenida. Me golpearon, interrogaron y, luego de obligarme a decir: ‘¡Viva el rey, viva Marruecos!’, me liberaron el martes a última hora”.
El saldo oficial para los marroquíes arrojó once muertos entre las fuerzas del orden y dos muertos saharauis, confirmados por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. Según una fuente bien informada, ciento sesenta y ocho personas habrían sido detenidas el día de la destrucción del campamento y los subsiguientes. Fueron agredidas, incluso torturadas y luego liberadas sin que se las procesara ni se levantaran cargos en su contra. La misión de la ONU, limitada al control del alto el fuego, no pudo actuar. Estos últimos años, algunos miembros del Consejo de Seguridad, entre ellos Francia, rechazaron la extensión de su mandato a un “control de los derechos humanos”. A comienzos de enero, veintidós militantes saharauis detenidos alrededor del 8 de noviembre de 2010 aún permanecían presos en la cárcel militar de Salé, aunque fueran civiles. Interrumpieron luego de treinta y ocho días su huelga de hambre iniciada el 31 de octubre de 2011 para denunciar sus condiciones de detención (según sus abogados, la mayoría fueron torturados, varios fueron violados y dieciséis se encuentran en celdas de aislamiento), tras haber recibido la promesa de que su proceso se llevaría a cabo muy pronto por parte de las autoridades marroquíes. Éste debía haber tenido lugar el 18 de enero pasado, pero fue suspendido.
“Después de Gdeim Izik, las cosas nunca más serán como antes”, estima N’habouha. Fue en 1999 cuando, por primera vez, civiles marroquíes participaron de la represión contra los saharauis. El Comité de Coordinación de los trabajadores saharauis acababa de crearse, por iniciativa de los trabajadores saharauis de la mina de fosfatos de Bu Craa. “Habíamos organizado una manifestación, pero la policía intervino de manera muy violenta –recuerda un jubilado de la mina–. Los civiles marroquíes descendieron de camionetas y saquearon todo, los negocios y las casas de los saharauis. Pero, con Gdeim Izik, las cosas tomaron además otra dimensión”. Numerosos testimonios cuentan la manipulación de civiles, especialmente jóvenes, y las exacciones y actos de violencia cometidos por estos últimos en noviembre de 2010. “Desde hace un año, un odio y un espíritu de venganza nuevos surgieron entre las dos comunidades –continúa Jimmi, que estuvo “desaparecida” durante aproximadamente cuatro años–. Mi generación es pacífica, indulgente. Siempre perdonamos al pueblo marroquí; los queremos en el Estado. Pero esto ya no sucede con los jóvenes que ven que en otras partes la comunidad internacional interviene, pero no aquí. Pierden confianza y hoy creen en la violencia”.
1. La mayoría de los nombres fueron modificados.
2. Driss Bennani, “Quand Dakhla s’embrase”, TelQuel, Casablanca, 7-10-11.
3. Véase Gaël Lombart y Julie Pichot, “Peur et silence à El-Ayoun”, Le Monde diplomatique, París, enero de 2006.
4. Karim Boukhari, “La bombe Sahara”, TelQuel, 2-10-11.
5. En febrero de 2007, Marruecos y la Unión Europea firmaron un acuerdo de pesca que incluye el Sahara Occidental. Prevé el desembarco de un porcentaje de los volúmenes pescados y el otorgamiento de licencias a los buques europeos a cambio de una subvención, que ascendía a más de 144 millones en los primeros cuatro años. En un primer momento, el acuerdo se prorrogó hasta febrero de 2012 a pesar de la oposición de siete Estados miembros. Pero el 14 de diciembre de 2011, el Parlamento europeo votó en contra de su prórroga. Quienes se oponen lo consideran ilegal mientras el conflicto no se resuelva y no se demuestre que la población saharaui obtiene un beneficio.

Un territorio en disputa
Colonia española desde 1884, el Sahara Occidental fue evacuado en 1975 y su territorio repartido entre Marruecos y Mauritania, que renunciaría a sus adquisiciones en 1979. Creado en 1973, el Frente Polisario proclamó la independencia del territorio en 1976, y fundó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), reconocida por la Organización para la Unidad Africana (OUA). Inmediatamente estalló la guerra entre Rabat y el Frente Polisario. Decenas de miles de saharauis huyeron de los bombardeos y se refugiaron en Argelia (apoyo del Polisario), en campamentos de la región de Tinduf. En 1991, se firmó un alto el fuego que debía abrir camino a un referéndum de autodeterminación.
A pesar del envío de una misión de la Organización de Naciones Unidas (ONU), aún en el lugar, el referéndum nunca se llevó a cabo (1). Sin embargo, el Consejo de Seguridad, en su Resolución 1783, adoptada el 31 de octubre de 2007, reafirma su “voluntad de ayudar a las partes a lograr una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable que permita la autodeterminación del pueblo del Sahara Occidental”.
El Frente Polisario considera que debe organizarse un referéndum con varias opciones, incluyendo la independencia, mientras que Marruecos aboga por un régimen de autonomía negociada y un referéndum de confirmación con una única opción. Hasta el momento, el Sahara Occidental es considerado por la ONU como el último territorio no autónomo de África, cuya descolonización aún no ha terminado.
1. Véase Khadija Finan, “Se actualiza un antiguo conflicto”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2006.
* Periodista (enviado especial).



http://www.eldiplo.org/notas-web/tensiones-en-el-sahara-occidental?token=&nID=1

Argentina va a denunciar ante la ONU la militarización de las Malvinas




Argentina denunciará a Londres ante la ONU por la "militarización" de las islas Malvinas, según anunció la presidenta, Cristina Fernández, quien avanzó que desclasificará un informe secreto sobre el papel de la dictadura militar (1976-1983) durante la guerra por la soberanía de las islas.
Fernández señaló que el reciente anuncio de Londres del envío a Malvinas del HMS Dauntless, el destructor más moderno de la Marina Real británica, no puede sino interpretarse como una "militarización del Atlántico Sur", que "implica un grave riesgo para la seguridad internacional". Por ello, anunció que ha instruido al canciller argentino, Héctor Timerman, para que presente una protesta formal ante el Consejo de Seguridad, del que es parte el Reino Unido, y la Asamblea de las Naciones Unidas.
"Quiero pedirle al primer ministro (David Cameron) que le dé una oportunidad a la paz y no a la guerra", dijo la presidenta argentina en una discurso transmitido por la cadena nacional de radio y televisión. Fernández también cuestionó la reciente llegada a Malvinas del príncipe Guillermo de Inglaterra, que realiza tareas de instrucción militar en las islas ocupadas por los británicos desde 1833 y cuya soberanía reclama Argentina.
La presidenta destacó que el reclamo argentino cuenta con un amplio respaldo en la región, que quiere preservarse como una zona de paz y "entiende la potencialidad de lo que le puede pasar". Fernández dijo que la continuidad de situaciones de colonialismo -16 colonias en todo el mundo, de las cuales 10 son británicas- es "un anacronismo". "Vemos por estos días cómo recrudece el reclamo de España por el Peñón de Gibraltar", apuntó.

«Depredación» del petróleo

La mandataria acusó a los británicos de "depredar" el petróleo y los recursos pesqueros de Malvinas "sin ningún control medioambiental y con el riesgo de un caos ecológico que se puede producir en cualquier momento".
Aseguró que Argentina continuará "por la vía diplomática" con sus demandas para que Londres se siente a negociar sobre la soberanía de las islas, tal como lo ha dispuesto Naciones Unidas. "Somos gente que ha sufrido demasiado la violencia. No nos atraen los juegos de las armas y las guerras", afirmó.

Desclasificación de informes

Fernández anunció asimismo la desclasificación de un informe secreto sobre la actuación de la dictadura militar argentina (1976-1983) durante la guerra de 1982.El denominado "informe Rattenbach" será analizado por una comisión integrada por el Ministerio de Defensa y la Cancillería, que en 30 días determinará si algún contenido del documento no debe revelarse para no comprometer la seguridad interna, la defensa o las relaciones externas del país.
El informe fue elaborado en 1982 por el militar Benjamín Rattenbach y en noviembre de 1983 fue clasificado como secreto político y militar por el régimen militar. El documento se realizó a partir de la investigación y el análisis del desempeño y la responsabilidades de la conducción política y estratégico-militar del conflicto bélico, que dejó 255 víctimas británicas, tres isleños y 649 argentinos.
El informe recomendó graves castigos para los responsables de lo que calificó como una "aventura militar" y, aunque nunca se divulgó su contenido, las filtraciones sobre sus conclusiones confirmaron la responsabilidad de la Junta Militar.
"Ningún acto de la dictadura puede ser valorado o legitimado por haber recibido entonces el apoyo circunstancial de algunos habitantes", dijo Fernández.