martes, 20 de abril de 2010

Berlusconi se salta hasta las leyes de la Iglesia

Silvio Berlusconi es famoso por las numerosas leyes y normas a favor de sus intereses personales que en las tres veces que ha sido primer ministro ha aprobado y continua aprobando. Pero lo que nadie podía imaginarse es que Il Cavaliere conseguiría también saltarse a la torera las leyes de Dios. Porque a pesar de que la Iglesia católica prohíbe rigurosamente que una persona divorciada y casada en segundas nupcias reciba la comunión, Berlusconi ha conseguido  que con él hagan una excepción.
Lo lleva hoy en portada el periódico “Il Fatto Quotidiano”. Según este rotativo, uno de los más críticos contra el primer ministro italiano, durante los recientes funerales del cómico Raimondo Vianello y a pesar de estar divorciado y en pleno proceso de separación de su segunda mujer, Berlusconi recibió el santo sacramento de la eucaristía.
El sacerdote que le dio la comunión a Il Cavaliere se defiende asegurando que, en medio de un funeral, no podía negársela y montar un escándalo. “El cura se lo ha encontrado delante, qué otra cosa podía hacer”, justifican en la diócesis de Milán, dejando caer bastante explícitamente que la culpa de los sucedido es de la desfachatez de Berlusconi de presentarse a comulgar. Y aunque oficialmente la Conferencia Episcopal Italiana no ha dicho ni una palabra sobre lo ocurrido, algunos de sus miembros admiten sentirse bastante abochornados por lo ocurrido.
Un abogado ya ha escrito una carta a Benedicto XVI pidiéndole que le explique porque Berlusconi puede recibir la eucaristía y otros católicos divorciados y casados en segundas nupcias no. Sobre todo, dado que el actual Papa en el documento “Sacramentum caritatis” que publicó al término del último sínodo, confirmaba a los obispos de todo el mundo que los divorciados casados en segundas nupcias no pueden comulgar.  “Si la Eucaristía expresa el carácter irreversible del amor de Dios en Cristo por su Iglesia, entendemos por qué se requiere, en relación al sacramento del matrimonio, esa indisolubilidad que todo amor verdadero no puede desear”. Amén.

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