domingo, 7 de marzo de 2010

El seísmo enfrentó a chilenos con una realidad de sí mismos que no querían ver

El seísmo enfrentó a chilenos con una realidad de sí mismos que no querían ver
 
SANTIAGO — El seísmo que azotó a Chile no sólo dejó un pesado balance de destrucción y muerte, sino que los saqueos e ineficiencias en varios niveles enfrentaron a sus habitantes a una imagen de sí mismos que no conocían o se negaban a reconocer, señalan sociólogos.
Convertido en enero pasado en miembro de la OCDE -una especie de club de los países más desarrollados del planeta-, Chile se impactó con las imágenes de saqueos en supermercados, ciudades abandonadas a su suerte y ayuda que no llegaba tras el seísmo del 27 de febrero que deja hasta ahora 800 muertos.
"¿Qué nos está pasando? Esta es la pregunta de millones de chilenos que vimos por televisión una seguidilla de hechos impensables en medio de la tragedia humana", dice la socióloga Lucía Dammert en el diario La Tercera.
De hecho, un reportero de radio de Concepción, centro de las violencias, decía al aire: "No puedo creer que esto esté pasando en nuestro país. Este vandalismo, esta delincuencia, esto es lo peor de nosotros".
Hay un "malestar social que nos invadía calladamente y que explotó en los últimos días", agrega Dammert, definiendo "un país fracturado, dividido socialmente, con población que se siente excluida y actúa en consecuencia".
Más cáustico, el escritor Rafael Gumucio dice que "varios terremotos anteriores y un desarrollo innegable nos hicieron creer que ésta sería una catástrofe casi sin víctimas".
"Como muchas cosas en Chile, el desastre (social) es sutil y muchas veces invisible pero esta ahí, agazapado", agrega.
Dice Gumucio que tal como ocurrió con algunos edificios "lo mismo se puede decir del país en general: la fachada ha quedado más o menos intacta, la estructura no se ha desmoronado, pero muchas de las grietas ocultas del país se han hecho más profundas".
Compara con el seísmo de Haití de enero: si en ese país "todo lo antiguo cayó para siempre, en Chile es justamente lo nuevo, los edificios para la clase media ascendente, el aeropuerto y su orgullosa decoración, las carreteras recién inauguradas, lo primero en caer".
"Chile no es Haití, pero tampoco es Suecia o Suiza. Está en medio, en un purgatorio particular donde las estructuras resisten pero los adornos caen peligrosamente", concluye.
Para el sociólogo Fernando Villegas el seísmo "ha sido un evento devastador pero también revelador pues ha sacado a la luz debilidades acumuladas a lo largo de años en el completo edificio de nuestra sociedad", como han demostrado los saqueos.
"Los vídeos y fotos revelan que sus protagonistas (de los saqueos) han sido en número abrumador gente común y corriente, la clase de personas con las cuales usted puede toparse en su oficina o en el bus".
"En una sociedad sana, el pillaje queda reducido a la acción de delincuentes y de los ciudadanos más marginales; una sociedad enferma, en cambio, revela lo que vimos, a saber, que dichos delincuentes y vándalos son legión", añade.
Estas visiones son matizadas por sociólogos que consideran normal el comportamiento de la gente dentro de las circunstancias.
El sociólogo Eugenio Tironi dice a AFP que el saqueo "es un clásico de las catástrofes en todo el mundo, no una particularidad chilena".
La falta de agua y energía y el temor de que va a acabarse el combustible y la alimentación generó "histeria y sicosis colectiva, desconfianza a la autoridad y se llegó a un momento sin Estado, éste colapsó durante algunas horas".
"Siento que luego comienza a surgir la parte más noble de la sociedad, el espíritu solidario, que hoy es impresionante a partir de las zonas menos afectadas por el terremoto", agrega Tironi.
Otro sociólogo,Gonzalo Tapia, señala que el ciudadano "vuelve a un estado natural, las pautas de comportamientos, normas y leyes desaparecen en una crisis como ésta y las certezas mínimas también desaparecen".
Chile, de 16 millones de habitantes y considerado como una especie de economía milagro en América Latina, tiene sin embargo el mayor índice de desigualdad en la región, pues el 10% más rico controla más del 40% de la renta.

fuente: www.google.com
 

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