domingo, 14 de febrero de 2010

Haití, de la miseria a la pobreza

Haití, de la miseria a la pobreza

De la miseria a la pobreza

Con la mayor tasa de pobreza de la región, Haití se debate entre un incipiente despegue económico y una inestable coyuntura política interna. Radiografía del país caribeño a cinco años de la crisis que provocó la intervención de Naciones Unidas.

Por Virginia Scardamaglia


Haití fue la primera colonia del continente en proclamar su independencia en 1804, en su caso de Francia. Pero hacia el bicentenario de semejante acontecimiento histórico, el pequeño país centroamericano sufrió una profunda crisis que terminó con la salida del presidente Jean-Bertrand Aristide del poder y con el ingreso de tropas de Naciones Unidas para mantener la paz y la estabilidad. A cinco años de la instauración de la Misión (MINUSTAH), la situación política y económica continúa siendo frágil, debido a que el país enfrenta problemas estructurales de pobreza extrema, corrupción y lucha de diferentes facciones políticas. La Madre Naturaleza tampoco ha ayudado: Haití sufre de la falta de recursos naturales, por un lado, y del exceso de desastres naturales, por otro.

Un país sin recursos

Haití experimentó en 2007 un crecimiento de su PBI de 3.21 puntos porcentuales, una cifra muy alentadora en comparación al retroceso de 2.6 puntos en 2004, año en que Aristide renunció al poder, según algunos, o fue derrocado, según otros. Pero más allá de dicho crecimiento, su PBI sigue siendo muy bajo, llegando sólo a alcanzar un séptimo del PBI de República Dominicana, país con el que comparte la isla La Hispaniola (5.4 contra 36.3 miles de millones de dólares, respectivamente). Más preocupante es que gran parte de los recursos haitianos proviene del exterior: casi el 30% del PBI (1.65 miles de millones de dólares) es recibido en concepto de remesas de la diáspora haitiana asentada en países tan diversos como Estados Unidos, Canadá, Francia, Bélgica, Reino Unido y República Dominicana. Lo que más preocupa es que este ingreso disminuirá notablemente.

Según un informe del International Crisis Group de marzo de este año, la producción haitiana provee sólo el 46 % de los alimentos del país, mientras el 49 debe ser importado y el restante 5% lo aporta la ayuda internacional. Lo cierto es que, por lo menos el 70% de la población vive con menos de dos dólares diarios. Mientras el precio de los alimentos no deja de subir, la pobreza produce un resentimiento social generalizado, favoreciendo las posibilidades de desestabilización política. Ejemplo de esto fueron las protestas de abril de 2008 por el aumento del precio del arroz -más del 60% en medio año-, que comenzaron en Les Cayes y se trasladaron a casi todo el país, y que terminaron con la salida del primer ministro Jacques-Edouard Alexis. La transición fue un dolor de cabeza tras otro; el país estuvo varios meses sin premier designado a causa de un Parlamento faccioso que no permitía la aprobación de ninguno de los candidatos presentados por el presidente René Preval. Finalmente, luego de varias idas y venidas, asumió el cargo Michelle Pierre-Louis.

La designación de la premier propició la normalización política, con miras a poner en funcionamiento el Documento de Estrategia Nacional para el Crecimiento y la Reducción de la Pobreza (DSNCRP, por sus siglas en francés) aprobado a fines de 2007, que es una guía para la mejora de los servicios sociales como la expansión de la infraestructura y el cultivo de áreas potenciales, además de ser la base para la asistencia de los donantes. Esta estrategia (que fue parte de los requerimientos para que Haití obtuviese un alivio de mil millones en su deuda bajo la iniciativa a favor de los países pobres altamente endeudados del Banco Mundial) necesita de casi 4 mil millones de dólares para poder implementarse, y quizás más luego del paso de los huracanes de agosto-septiembre de 2008. Durante esos meses, cuatro tormentas y huracanes afectaron a 800.000 haitianos, dejaron 793 muertos, 310 desaparecidos, 100.000 evacuados y más de 112.000 hogares dañados o destruidos, según datos oficiales de la Oficina de Protección Civil de Haití. Finalmente, los daños totalizaron 897 millones de dólares. El pronóstico para 2009 no es muy favorable; se esperan 14 tormentas para el Caribe durante la temporada que va de junio a noviembre, siete de las cuales podrían convertirse en huracanes.

Un Parlamento conflictivo

Uno de los grandes problemas de la política haitiana es su Parlamento, donde los partidos políticos participan de un juego de oposición total contra el adversario. Actualmente, hay leyes importantes que se encuentran trabadas, como el Presupuesto Nacional 2008-2009, que consta de una propuesta del ejecutivo de 256.4 millones de dólares. El 60 % de ese monto proviene del financiamiento de los donantes internacionales, pero aún no fue aprobada porque las dos cámaras parlamentarias formularon revisiones.

Así y todo, la lucha entre facciones no es el único problema. Lo más preocupante es que esa disputa es entre parlamentarios sin experiencia legislativa y sin la legitimidad necesaria. Esto ocurre por varias razones; una de ellas es que por varios años el Senado no tuvo el quórum necesario produciéndose un retraso en las elecciones para designar a un tercio de sus miembros, las cuales se llevaron a cabo recién en abril de este año. Otro de los problemas fue que el parlamento no representó a la población. Según Brian Concannon Jr., director del Institute for Justice & Democracy in Haiti, con sede en Estados Unidos, las últimas elecciones, en 2006, no contaron con la participación del partido más experimentado y popular: el ahora prácticamente proscripto Lavalas, del ex presidente Aristide, el cual alegó que el Gobierno Interino no le habría concedido la liberación de prisioneros políticos entre los que se encontraban ex ministros y parlamentarios. Irónicamente, en las elecciones de este año el partido decidió presentarse, pero el Consejo Electoral ya no se lo permitió alegando, por su parte, que dos facciones del mismo partido habían presentado candidatos duplicados. Estos procesos electorales han dado como resultado un Parlamento muy conservador, con una atomización de partidos que no representan a la población, tanto por la exclusión de Lavalas como por la baja participación electoral. De esta manera se exacerbaron las ya existentes críticas por parte de la población haitiana en dos sentidos: en primer lugar, por un gasto electoral de 11 millones de dólares que podría haber sido utilizado para combatir la pobreza y, en segundo por una mirada cínica hacia la comunidad internacional que apoyó unas elecciones a sabiendas de la exclusión de uno de los contendientes.

En cuanto a las elecciones de abril de este año, aún no arrojaron resultados, ya que se deberá llevar a cabo una segunda vuelta a principios de junio, entre el oficialista La Esperanza (Lespwa) y otras organizaciones menores. Sin embargo, debido a la exclusión de Lavalas, varios legisladores ya anunciaron que harán todo lo posible para no permitir que los nuevos senadores asuman sus bancas, prolongando así la disfunción de las instituciones haitianas y las posibilidades de desarrollo del país. “Las consecuencias de la exclusión de Lavalas serán muy malas para el gobierno haitiano, ya que no habrá legitimidad popular. Los nuevos senadores pasarán seis años en sus cargos con una nube sobre sus cabezas”, comentó Concannon.

La reforma constitucional

Desde hace ya un tiempo, el presidente Preval viene promoviendo una reforma a la Constitución, aprobada en el año 1987 luego de la salida del régimen de los Duvalier (1957-1986). “Muchos consideran que la reforma constitucional pretendida por Preval está por detrás de la exclusión de Lavalas en las elecciones”, explicó el experto Concannon a DEF. A pesar de que aún no está claro qué es lo que se quiere cambiar, ya que Preval ha sido vago en sus planes, sí se sabe que una reforma de este tipo traería un sinfín de nuevas oposiciones y boicots políticos. Uno de los puntos -que se prevee podría estar en la agenda de la reforma- sería la doble nacionalidad para alentar una mayor participación de la diáspora en la política haitiana, un tema para el cual habría consenso. Sin embargo, una de las mayores disputas podría estar alrededor de la reinstalación de las Fuerzas Armadas que fueron desmanteladas en 1994 por el ex presidente Aristide y que son una de las fuentes de inestabilidad del país.

Asimismo, se rumorea que el presidente Preval quiere introducir una reforma a la cláusula de reelección presidencial para poder presentarse nuevamente a elecciones. Actualmente la Constitución permite sólo dos mandatos de cinco años no consecutivos, los cuales Preval ya cumplió, ya que fue presidente previamente entre 1996 y 2001.

La comunidad internacional al rescate

Abril de 2009 fue un mes movido para la política haitiana, no sólo por la preparación para las elecciones, sino porque también se llevó a cabo la tan esperada Conferencia de Donantes, cuyo anfitrión fue el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que contó con la participación de más de 30 países donantes y organismos multilaterales, entre los que se encontraron Estados Unidos, Francia, Brasil, Canadá, Argentina, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). La Conferencia fue esperada ansiosamente por las autoridades haitianas, ya que la última reunión de este tipo había tenido lugar en 2006 y la Conferencia programada para mediados de 2008 fue reprogramada a causa del limbo político provocado por la salida del premier Alexis y luego por las tormentas tropicales.

La ayuda prometida fue de 324 millones de dólares, una suma insuficiente para varios analistas que tienen en cuenta que los daños de las tormentas tropicales alcanzaron los 900 millones de dólares (el 15% del PIB según estimaciones del FMI), aunque el BID agregó un 5% de pérdida por el efecto combinado de la crisis alimentaria y la parálisis de las actividades gubernamentales tras la salida del ex premier Alexis), pero generosa para otros que tienen en cuenta el contexto de crisis económica mundial que golpea a todos los países, en especial a los desarrollados. Por su parte, Pierre-Richard Cajuste, director ejecutivo del Conseil d’Analyses et de Recherches sur Haïti (CARH) y ex-delegado de Haití en la ONU, agregó como factor a la insuficiencia de los resultados de la conferencia la llamada “fatiga de los donantes”, que año a año asisten al desarrollo haitiano.

Según los analistas, una de las fortalezas de las donaciones actuales es que se comienza a dar mayor legitimidad al Estado haitiano como destinatario de los fondos, compartiendo este poder con las ONG, que antes eran las únicas administradoras de recursos de ayuda internacional. Sin embargo, no todos los donantes canalizan sus recursos a través del Estado, ya que surge el dilema de la corrupción. ¿Por qué darle dinero al gobierno de un país que está considerado por Transparencia Internacional como uno de los cuatro países más corruptos del mundo? Hay quienes consideran que esto podría ser positivo. “Una agenda de desarrollo puede volver al gobierno más efectivo y transparente, ya que con la ayuda internacional vienen mecanismos de accountability para monitorear la implementación de dichos fondos”, explicó Concannon, quien agregó que no hay que olvidar que las ONGs cobran un overhead por su trabajo en la implementación.
¿Qué puede esperarse de Haití en el futuro? Lamentablemente, los analistas opinan que no saldrá de la pobreza, pero que con los instrumentos indicados, podría darse cierta estabilidad y desarrollo económico para que el objetivo del ex presidente Aristide -“pasar de la miseria infrahumana a la pobreza con dignidad”- pueda cumplirse. Este es el deseo de todos los haitianos más allá de su afiliación ideológica.

Fuente: http://www.defdigital.com.ar

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