domingo, 9 de octubre de 2011

El país que se impuso el inglés como lengua oficial


El joven país de Sudán del Sur ha elegido el inglés como su lengua oficial pero, después de décadas de guerra civil, el uso generalizado del inglés presenta un gran reto para una nación que creció aprendiendo una variante del árabe.
Sabía que podría tener problemas en cuanto llegué al aeropuerto internacional de Juba y un funcionario que no sabía escribir en inglés me pidió que rellenara mi propio formulario de solicitud de visado.

Los carteles colgados en julio cuando el país celebró su independencia y que aún visten de color sus calles están escritos en inglés. También lo están los nombres de los nuevos hoteles, tiendas y restaurantes.
Después de décadas de arabización e islamización impuesta por el gobierno norteño de Jartún, el sur, mayoritariamente cristiano y de raza negra ha optado por el inglés como su nueva lengua oficial.

"Una nación"

"El inglés nos hará diferentes y modernos", me explicó en el ministerio de Educación Superior, Edward Mokole. "Desde ahora, todas nuestras leyes, libros de texto y documentos oficiales deberán estar escritos en ese idioma. La policía, las escuelas, tiendas y medios de comunicación deberán funcionar en inglés".
Estas ha sido "una buena decisión para Sudán del Sur", enfatizó, restando importancia al hecho de que pocos de sus compatriotas hablan inglés de forma fluida.
En realidad, el problema de Sudán del Sur -un país asolado, de pueblos remotos y carreteras de tierra, sin industria, bancos o líneas de teléfono, con electricidad e internet intermitente, con un 85% de analfabetismo y un sistema educativo destrozado- no es que tenga poco inglés, sino que apenas tiene lenguaje escrito de ningún tipo.
Visité colegios en los que se enseñaba sin libros de texto.
El jefe del departamento de Inglés en la Universidad de Juba no tenía libros en su despacho, ni siquiera electricidad o una computadora.
Tampoco vi librerías.
Para los nuevos gobernantes, que pelearon durante años por la independencia con el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, aprender inglés es una nueva batalla.
"Con el inglés", me dijo titubeando el director de noticias de Radio Sudán del Sur, Rehan Abdelnebi, "podemos convertirnos en un país. Podemos limar nuestras diferencias tribales y comunicarnos con el resto del mundo".

"Herramienta de desarrollo"

Pero la paz en este país aún es frágil.
Todo Sudán está plagado de conflictos. En el Sur se hablan unas 150 lenguas distintas y hay miles de armas de fuego fuera del control de las autoridades así como un un cuarto de millón de exguerrilleros que están siendo desmovilizados y desarmados.
En Juba, se ven soldados por todas partes.
Pero también se percibe la presencia de comerciantes de Uganda y Kenia, así como de unos dos millones de desplazados que han regresado desde el norte, de refugiados y de miles de occidentales que buscan fortuna o traen ayuda.
Me encontré con el nuevo director del British Council (una institución que busca difundir la lengua inglesa) en su despacho, que se encuentra en el mismo lugar que uno de los clubes nocturnos más famosos de Juba (el club tenía espacio libre para alquilar oficinas y en Juba no hay mucho más donde elegir).
Después de 65 años operando en Sudán, el Council nombró a Tony Calderbank como supervisor del crecimiento del inglés en este nuevo país.
Allá donde iba Tony, observé gente que se le acercaba, ávidos de cursos, libros, profesores o becas.
"El inglés se ha convertido en una herramienta para el desarrollo", me dijo Tony, "y aunque es verdad que los ingleses en Sudán son vistos a veces como caciques coloniales, el inglés es un idioma respetado".

Influencia de Shakespeare

El general de brigada Awur Malual le pidió al British Council que enseñara inglés a sus soldados.
Él creció hablando su lengua tribal, Bor, y el árabe que se habla en Juba, una variante coloquial de ese idioma.
Ahora, puede hablar notablemente bien en inglés.
Cuando le pregunté cómo lo había aprendido, me dijo que leía libros mientras estaba en el frente. "Leí algunas cosas de aquel hombre, Shakespeare".
"¿Y leíste algo de Dickens o de Jane Austen?", le pregunté.
Se rascó la cabeza y añadió: "No los conozco".
Le prometí al general que le enviaría algo de Dickens.
Durante el tiempo que pasé en Juba, varias personas me pidieron libros: un diccionario legal y biografías de Nelson Mandela y Barack Obama, ambos líderes negros que infunden esperanza en este país.
Ya he enviado por correo algunas copias de Cimbelino, de Shakespeare.
El año que viene, como parte del programa artístico de los Juegos Olímpicos, la compañía de teatro sursudanesa Kwoto representará su cuento de amor, muerte y guerra en el árabe de Juba en el teatro The Globe de Londres.
Otras 36 obras de Shakespeare en 36 idiomas serán representadas.
Mientras nos quitábamos de encima las moscas del Nilo, le pregunté al director de Kwoto, Derik Alfred, por qué nadaba contracorriente: "¿Por qué no interpretáis la obra de Shakespeare en inglés?
"Aún debemos respetar nuestro propio idioma", me dijo de forma pícara, "¡pero el problema es que todavía no hemos traducido Cimbelino del inglés al árabe de Juba!".



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